Chile: Miguel Kast: sus aportes a 30 años de su partida

Por: 
Miguel Bejide C. Presidente Fundación Miguel Kast 

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Como cada año en nuestras Fiestas Patrias, para muchos resulta ineludible el recuerdo de Miguel Kast. La razón está -como me lo señalaba un reconocido economista- no solo en la forma, sino en el fondo de cómo Miguel afrontó siempre la tarea encomendada, el sentido de urgencia. Para Miguel Kast el problema de la pobreza era un tema trascendente, superior a lo que él humana y profesionalmente podía hacer. Por esa razón profunda, él fue capaz de sumar a muchos jóvenes profesionales, quienes decidieron colaborar con los múltiples desafíos que el país tenía e incorporarse al importante proceso económico-social que demandaba de los mejores talentos.

Este 18 de septiembre se cumplen treinta años de su partida, y parece ser más necesario que nunca recordar sus aportes al desarrollo del país. Ciertamente su prematura muerte sigue causando que lamentemos su ausencia. Razones hay para ello. Primero, por lo que significó para la reconstrucción de la economía chilena y, luego, por la verdadera redefinición de cómo era necesario afrontar las políticas públicas del país.

Su inteligencia y tenacidad, su capacidad y su intenso trabajo por los más necesitados lo distinguen transversalmente entre sus pares. Sus innumerables aportes al cambio de la economía chilena, a la modificación de las añejas estructuras del Estado y la valoración del servicio público debieran considerarse como extraordinarios, pues la mayoría de sus iniciativas se mantienen vigentes hasta hoy día, siendo algunas de ellas perfeccionadas con el fin de hacerlas más efectivas.

Solo de tiempo en tiempo surgen personalidades de este calibre. Si bien Miguel era un entusiasta en lo que emprendía, la rigurosidad en el análisis de los problemas, la coherencia de las políticas diseñadas y la perseverancia en su implementación eran imprescindibles, valorando el trabajo en equipo y reconociendo las capacidades de quienes lo acompañaban.

En el Chile de hoy nadie discute la conveniencia de disponer de la ficha Social (ex CAS) o de la encuesta Casen. Difícilmente una política social podrá diseñarse sin haber estudiado los datos que tales instrumentos proporcionan. Paradójicamente, pocos sabrán que el origen fundamental de todo fue el Primer Mapa de la Extrema Pobreza y el crucial aporte de Miguel Kast a su elaboración. Con propiedad puede decirse que nada fue igual a partir de esa información. Las buenas intenciones comenzaron a confrontarse con la dureza de los datos estadísticos que mostraban el oscuro rostro de la pobreza y la ineficiencia de múltiples programas sociales aplicados, que precisamente iban dirigidos a quienes nada recibían.

La audacia de Miguel y su equipo fue clave para asumir que la peor dificultad de los pobres para superar su condición radicaba en la mala calidad de la política económica y el bajo crecimiento que ello generaba. Para Miguel Kast esa era la condición fundamental para derrotar la pobreza; si el país crecía económicamente, habría más recursos para implementar programas sociales. Quién podría hoy refutar tal afirmación. La discusión se ha centrado en la forma como se asigna el gasto social, en cómo se diseñan e implementan los programas sociales. El énfasis en la focalización del gasto social asegura no solo una mayor eficiencia, sino también más efectividad del mismo.

Mucho más podríamos decir de sus cualidades personales; no obstante, destacaremos una expresión que lo retrata por entero.

«No es el desarrollo en sí mismo lo que se persigue, sino que este desarrollo está concebido como medio para alcanzar los valores superiores del hombre. Por lo tanto, es tan importante lograr el desarrollo como conseguir que todos y cada uno puedan disfrutar de él».

Pese a que Miguel la pronunció hace más de 30 años, está más vigente que nunca. Hoy nuestra sociedad debe desarrollar iniciativas que permitan dar solución a personas en situación de pobreza no tan solo medida en cuanto a las carencias materiales, sino que desde un enfoque más global, que redunda en las personas que tienden a ser más vulnerables en la medida que tienen bajos ingresos, empleos inestables, débil salud, mala calidad de la educación -con la consecuente reducción de oportunidades- y baja participación ciudadana o social.

Pero ello requiere de personas dispuestas a anteponer el bien ajeno al propio, a no dejarse llevar por el camino fácil y a no rendirse ante los obstáculos internos y externos que encontrarán. Nuestro país, y especialmente quienes se encuentran en situación de pobreza, se merecen más servidores como Miguel Kast, con su mismo espíritu, fortaleza e ideales, lo que será siempre motivo de celebración y alegría en nuestro aniversario patrio.

 

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Publicado originalmente en El Mercurio (Chile), el 17 de septiembre de 2013