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«Como Presidente, haré todo lo que está a mi alcance para avanzar los ideales de una economía libre, desafiando el péndulo ideológico distinto que hay en América Latina»[1], afirmó Ricardo Martinelli al asumir el poder en Panamá.

Con un estilo distinto al de sus predecesores el llamado «gobierno del cambio», está demostrando que las palabras pronunciadas en julio no se quedan en el discurso.

Afirmando que en «mi gobierno se puede meter la pata, pero no la mano» y que «el juego de tener un gobierno gordo y un pueblo flaco ha llegado a su fin», prometió terminar con la corrupción y sacar del estancamiento a la economía panameña, y luego de tres meses de gobierno lo está logrando.

Con medidas que llaman la atención, como por ejemplo los límites que puso a los empresarios que tienen concesiones y no las han pagado, cuando advirtió que si no pagaban se quedaban sin ellas, ha comenzado a poner orden a las irregularidades, poniendo especial atención al tema de las compras directas.

A esto se suman los avances en el área económica, en donde ya se han recaudado 2 millones 447 mil dólares en deudas que tenían los empresarios de la Zona Libre de Colón.

Con sólo 100 días de gobierno, Martinelli ya posee una aprobación del 85,9% según una encuesta realizada por la empresa Unimer Reaserch, lo que lo sitúa como el presidente mejor calificado de los últimos gobiernos. A esto se suma el altísimo porcentaje de confianza (95%) y el hecho de que el 70,6% cree que sabe cómo resolver los problemas.

Cuando muchos opinan que 100 días es poco tiempo para ver resultados, el 73,8% cree que ha cumplido algunas de sus promesas, además de que el 47,6% que piensa que lo hecho de una manera eficiente.

Las cifras señalan que hasta el momento Martinelli ha demostrado que trabajando seriamente y respetando las instituciones democráticas se pueden hacer cambios, lo que es corroborado por los números: ganó con un 59,9% en julio, y en octubre ya recibe un apoyo del 85%.