Venezuela: La oposición reta al chavismo y les toma juramento a los diputados impugnados

Por Daniel Lozano

 

Venezuela vive un pulso inédito tras la proclamación el martes de la nueva Asamblea Nacional (AN) con mayoría opositora. Un choque de trenes muy desigual, ya que en uno viaja toda la revolución (Ejecutivo, Tribunal Supremo, militares, la mayoría de los gobernadores y alcaldes, los fondos del Estado, Petróleos de Venezuela y el resto de los poderes públicos) y en el otro, el nuevo Parlamento, que la Unidad Democrática controla gracias a los más de dos millones de votos de diferencia (15%) obtenidos en las elecciones de diciembre.

La decisión se tomó a pesar de que la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) suspendió la elección de esos tres legisladores y uno más del chavismo. Para ello el tribunal se sirvió de una escucha telefónica ilegal, emitida por la televisión pública, arguyendo la acusación de uso de fondos públicos. Precisamente la misma denuncia que multiplicada acompañó al chavismo durante 17 años y 20 elecciones.

Foto:LA NACION

«Â¡Somos 112, somos 112!», gritaron los diputados opositores mientras la bancada oficialista les respondía con todo tipo de acusaciones, incluso la de golpe de Estado. «Todos los actos de este Parlamento están viciados de nulidad constitucional. Y la directiva está en desacato constitucional», arguyó Pedro Carreño, mano derecha de Diosdado Cabello, cabecilla del ala militar revolucionaria. «Â¡Es una incorporación ilegal!», añadió Héctor Rodríguez, el nuevo jefe del grupo chavista.

La iniciativa opositora es trascendental. Con esta incorporación, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) recupera su mayoría absoluta de los dos tercios del cuerpo, que le permite proclamar una Asamblea Constituyente o una enmienda constitucional para acortar el mandato de Nicolás Maduro. También aprobar leyes orgánicas y proponer referéndums. Sus competencias incluso van más allá: remover magistrados, diputados y ministros.

«Se trata de una violación flagrante de la Constitución», clamó Cabello tras abandonar el hemiciclo por segundo día consecutivo. «Esta institución no tiene legitimidad de ningún tipo. Viene un conflicto de poder», enfatizó el cabecilla revolucionario, que adelantó que se dirigía a la Fiscalía a introducir una denuncia por desacato. Todos los parlamentarios venezolanos gozan de inmunidad.

Cabello incluso adelantó algunas de las acciones que pretende el chavismo: «Creo que a la Asamblea no va a llegar ni un céntimo a partir de ahora». También avisó que las leyes no serán publicadas.

La estrategia del chavismo pasa por usar al Supremo como ariete contra el Poder Legislativo, el único que no está bajo su control. Incluso ya forzó al máximo a la Sala Electoral del Supremo para que suspendiera las elecciones de Amazonas en plenas vacaciones, olvidando que esta sala no tiene competencias para anular los actos de la Asamblea y que todos sus magistrados estaban recusados por la oposición.

Sin gabinete desde el 8 de diciembre, Maduro nombró ayer a los nuevos ministros que lo acompañarán en «una nueva dinámica de trabajo con el pueblo y para enfrentar la grave situación económica» del país.

El presidente designó a Aristóbulo Isturiz, hasta ahora gobernador del estado de Anzoátegui, vicepresidente ejecutivo, cargo que ocupaba el yerno de Hugo Chávez Jorge Arreaza. En el Ministerio de Economía Productiva, a Luis Salas; en Industria y Comercio, a Miguel Pérez Abad; en Banca y Finanzas, a Rodolfo Medina; en Comercio Exterior e Inversión Extranjera, a Jesús Farías, y en el Ministerio de Petróleo y Minería ratificó a Eulogio del Pino. En los nuevos ministerios de Agricultura Urbana y Pesca y Agricultura nombró a Emma Ortega y al almirante Ángel Belisario, respectivamente

Nuevos tiempos, sin duda, recorren Venezuela, como se constató ayer. Y de qué forma. Henry Ramos Allup, flamante presidente de la AN, dirigió en persona la operación limpieza de una vieja institución donde parece haberse acabado el oscurantismo.

Incluso fue un periodista -que ahora revolotean por todos lados después de años de censura y persecución- el que captó el momento en que Ramos se dirigía a los operarios con una frase que ya forma parte de la pequeña historia del cambio político: «No quiero ver un cuadro aquí que no sea el retrato clásico del Libertador (Simón Bolívar). No quiero ver ni a Chávez ni a Maduro, llévenselos para Miraflores o para el aseo, pero aquí nada», ordenó el dirigente socialdemócrata, que en estos días ha contado con el respaldo de Luis Ayala, secretario general de la Internacional Socialista.

Tan lanzado está Ramos Allup que también increpó a un grupo de la policía nacional, que miraba complaciente en la calle cómo una persona lanzaba un objeto contundente que pasó rozando de forma peligrosa a la segunda autoridad del país. Muy enfadado, el jefe de la Asamblea los llamó «vagos y pendejos». En otros tiempos, al veterano dirigente le hubiera llovido una tormenta de golpes.

Un símbolo tras otro derribados, como se si se tratase de la versión criolla de la película alemana Good bye, Lenin. Al acabar la sesión, unos y otros pudieron observar las marcas sobre las paredes de los cuadros que antes inundaban el Palacio Legislativo.

 

 

Publicado originalmente en La Nación (Argentina), el 7 de enero de 2016.