Colombia: Juan Manuel Santos y una obsesión por ser el presidente de la paz en Colombia

Obsesionado con el reto de terminar con un conflicto armado de cinco décadas de duración, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, arriesgó todo su capital político para concretar un acuerdo de paz con las FARC, grupo guerrillero con el que inició un proceso de paz en 2012, un sueño inconcluso que recibió hoy el espaldarazo del premio Nobel de la Paz.

A pesar de que el pasado domingo los colombianos dijeron «no» en las urnas al acuerdo alcanzado entre su Gobierno y la guerrilla, Santos fue galardonado hoy por el Comité Nobel «por sus resueltos esfuerzos para poner fin a una guerra civil de más de 50 años».

«Seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato porque ese es el camino para dejarles un mejor país a nuestros hijos», dijo tras la cachetada del veredicto popular en las urnas.

Bogotano proveniente de una familia de alcurnia, que siempre anheló conducir los destinos de su país, Santos puede ahora valerse del prestigio del Nobel para buscar revivir su esfuerzo de pacificación a través de la salida negociada, meta que empezó a trazar antes incluso de iniciar su carrera política en 1991.

En 2010, Santos ganó las elecciones principalmente por el respaldo que le dio su antecesor, Álvaro Uribe (2002-2010), de quien fue ministro de Defensa en momentos en que el Estado decidió fortalecer la lucha contra los grupos guerrilleros.

Sin embargo, el mandatario se distanció muy pronto de su mentor por diversos factores políticos y por su empeño en iniciar conversaciones con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), que le significaron el calificativo de «traidor» por parte de los «uribistas», que pasaron a la oposición.

 

De Harvard a la Casa de Nariño

El jefe de Estado, de 65 años, se inclinó desde joven por el periodismo por una marcada influencia familiar, ya que su acaudalada familia controló por décadas el diario «El Tiempo», el de mayor circulación en el país.

Como periodista, ganó el premio Rey de España con unas crónicas sobre la Revolución Sandinista en Nicaragua. Ese trabajo «nos marcó profundamente a ambos», ha dicho el mandatario sobre la investigación que realizó con su hermano Enrique.

Luego de cumplir el servicio militar en la Armada, estudió Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas, Estados Unidos, y obtuvo un Máster en Administración Pública de la Universidad de Harvard.

Su actividad pública empezó en los años 70, cuando representó a Colombia en la Organización Internacional del Café, con sede en Londres, cargo en el que acumuló experiencia para ser designado por el presidente César Gaviria (1990-1994) como titular del recién creado Ministerio de Comercio. Su llegada al gabinete ocurrió después de desempeñarse como subdirector de «El Tiempo».

Como ministro de Comercio, fue el encargado de ejecutar la política de apertura económica de Gaviria, mediante acuerdos para reducir los aranceles, por lo que empezó a ser visto como uno de los principales referentes del neoliberalismo.

En 1994 creó la Fundación Buen Gobierno con el objetivo de abrir un espacio de debate para encontrar una línea intermedia en términos políticos y económicos entre el capitalismo y el socialismo. En ese entonces, Santos militaba en el Partido Liberal y en representación de esa colectividad fue ministro de Hacienda en el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002).

Santos alcanzó a ejercer cargos directivos en el Partido Liberal, pero en 2005 se retiró para ser uno de los fundadores del Partido Social de Unidad Nacional, en medio de una coyuntura que buscaba impulsar un segundo mandato de Uribe para el periodo 2006-2010.

 

El proceso de paz

Como estrecho aliado de Uribe, Santos encontró en el cargo de ministro de Defensa (2006-2009) una especie de catapulta para impulsar sus aspiraciones presidenciales.

El actual gobernante era visto en ese momento como un político de derecha radical que acentuaría la ofensiva contra las FARC, pero desde que asumió la Presidencia moderó sus posturas y apostó al diálogo con un discurso social que incluyó aceptar la responsabilidad del Estado en la desigualdad que dio origen a la guerrilla y entregar una reparación a las víctimas de la violencia.

El proceso de paz arrancó en La Habana en noviembre de 2012 y finalizó el pasado 24 de agosto, cuando el Gobierno y las FARC anunciaron que habían llegado a un pleno acuerdo en todos los puntos.

En medio de los diálogos, Santos fue reelegido en 2014 para un segundo cuatrienio en unos comicios presidenciales que enfrentaron claramente dos posturas: una, la de la paz, liderada por el presidente, y otra, la de la ruptura del proceso, encabezada por la campaña del Centro Democrático.

El acuerdo de paz finalmente fue firmado el 26 de septiembre por Santos y el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño -alias Timochenko-, pero su implementación quedó en duda tras el plebiscito del domingo pasado, en el cual los colombianos rechazaron el pacto.

Aunque hace apenas unos días aseguraba no buscar el Nobel, la recompensa llega como bastante más que un premio consuelo en momentos en que el presidente debilitado busca una salida para la reconciliación de Colombia, azotada por décadas de violencia de guerrillas, paramilitares y fuerzas estatales que han causado ocho millones de víctimas, entre ellos 260.000 muertos.

 

Su vida privada

«Inmensamente racional», según sus más allegados, el hombre que sigue decidido a lograr la paz de Colombia, ha sido cuestionado por su imagen de frialdad, falta de carisma y escasos dotes de comunicador.

Pero nada parece detenerlo: suele madrugar y trasnochar. Superó un cáncer de próstata en 2012 y se sometió a fines de 2013 a una cirugía para levantar sus párpados y mejorar su visión.

Admirador de Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Nelson Mandela, lector voraz y declarado cinéfilo, Santos ha dicho que su verdadera fortaleza proviene de la familia que fundó en 1988 con María Clemencia Rodríguez, «Tutina», madre de sus tres hijos.

 

Agencias AFP y DPA

 

Publicado originalmente en La Nación (Argentina), el 7 de octubre de 2016.