Con el desarme de las FARC, el paÃs ha volteado a mirar otros temas que también han desangrado durante años a los colombianos. La corrupción tiene al sistema de salud en crisis, al aparato judicial entre ojos y a una ciudadanÃa cansada de que sus impuestos terminen en los bolsillos de polÃticos ambiciosos. Por eso no sorprendió que en la encuesta Gallup Poll del mes de agosto, las FARC consiguieran una opinión menos desfavorable que los partidos polÃticos. El 87% de los colombianos entrevistados dijeron tener una mala imagen de los funcionarios, mientras un 84% opinó asà sobre los exguerrilleros. Y aunque la mayorÃa consideró que está mejorando la reintegración de los desmovilizados a la vida civil, la clase polÃtica demuestra lo contrario.
El Congreso de la República, que se supone es la representación del pueblo, ha sido escenario en los últimos dÃas de una “guerra†que anticipa un difÃcil camino para lo que se viene. A inicios de este mes, congresistas del Centro Democrático, seguidores de primera lÃnea del expresidente Ãlvaro Uribe, mostraron, con gritos, su incomodidad ante la presencia de Jesús Santrich, uno de los lÃderes de la desaparecida guerrilla de las FARC y ahora movimiento polÃtico Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. “Terroristaâ€, “asesinoâ€, los insultos estaban llenos de ira. Para algunos con toda la razón. Se oponen a que los exguerrilleros se paseen por el Parlamento sin que hayan reparado a sus vÃctimas y pagado condenas, para otros la actitud de los congresistas es una muestra de lo lejos que está la clase polÃtica de asumir que a su lado, debatiendo, estarán quienes alguna vez intentaron llegar al poder por la vÃa de las armas. Esta vez, el uribismo prefirió retirarse de la audiencia ante la presencia de Santrich que puede ser uno de los integrantes del partido de las FARC que ocupe alguna curul a partir del 20 de julio del próximo año, como lo plantea el acuerdo de paz.
Esta semana, otro episodio recordó lo difÃcil que está resultando para algunos compartir recinto con quienes decidieron cambiar las balas por la palabra. El presidente de la Cámara, Rodrigo Lara, le pidió a la PolicÃa que no permita la entrada de exguerrilleros de las FARC al Congreso. Lara argumentó su solicitud recordando “los repetidos y lamentables acontecimientos producidos por el ingreso y participación, en distintas audiencias, de los exintegrantes de las FARCâ€. La decisión del presidente de la Cámara generó división entre los demás parlamentarios. EfraÃn Cepeda, la cabeza del Senado, aseguró que desde esa orilla del Parlamento no harán lo mismo. Reconocen que los lÃderes guerrilleros ya se desmovilizaron y no habrÃa por qué negarles la entrada. “Si algún senador quiere permitirles la entrada a sus oficinas nosotros no hemos impartido ninguna prohibición, pueden hacerlo con tranquilidadâ€, explicó.
Los representantes de las FARC se han defendido, han dicho que se beneficiaron de una amnistÃa que les permite entrar al Congreso como cualquier otro ciudadano. El paÃs ve con asombro cómo los polÃticos que deberÃan estar concentrados en temas como las muertes de lÃderes sociales y defensores de derechos humanos, que este mes tiene cifras rojas (10 asesinatos en 22 dÃas), se enfrascan en discusiones que se creÃan que ya estaban superadas. Que las FARC se muevan en la polÃtica era justamente uno de los propósitos del proceso de paz.
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Publicado originalmente en El PaÃs (España), el 26 de octubre de 2017