El Salvador: El Salvador, el nuevo país más violento del mundo

La ola criminal que afecta a El Salvador tiene convertido a ese país centroamericano en una verdadera zona de guerra. Bien lo saben los familiares (en la foto) de Josué David Peñalba Rivera, taxista que el pasado 1 de junio se convirtió en una de las 18 víctimas fatales registradas sólo ese día. El joven de 24 años recibió ocho impactos de bala de parte de sus victimarios en las inmediaciones del parque Pancho Lara, en San Salvador.

Peñalba Rivera pasó a integrar así el triste récord registrado en junio en El Salvador. Con 677 asesinatos, ese mes se convirtió en el mes “más violento” desde el final de la guerra civil que vivió el país entre 1980 y 1992. En ese sentido, el diario británico Daily Mail comparó el número de homicidios de junio con el de los civiles muertos en mayo en Irak, que fue “incluso más bajo que el de El Salvador”, con 603 decesos.

Peor aún, el director del Instituto de Medicina Legal (IML) de El Salvador, Miguel Fortín Magaña, aseguró que 2015 ya es el “año más violento” de la posguerra. Se estima que 76.000 personas murieron durante los 12 años de guerra civil y que otros 12.000 desaparecieron.

Y las cifras entregadas por el IML confirman el sombrío pronóstico de Fortín Magaña. Según el organismo, los homicidios se dispararon un 55,7% en el primer semestre de 2015 en relación con el mismo período del año pasado. Entre enero y junio, la entidad registró un total de 2.865 homicidios, 1.024 más que en 2014, cuando sumaron 1.840. En relación a 2013, el incremento fue del 171%, consignó EFE. Así, mientras en junio de 2013 se registró un promedio de seis muertes diarias, el mes pasado esta cifra se incrementó a casi 23 víctimas fatales por jornada, apunta El Diario de Hoy.

En un artículo publicado el martes, el Daily Mail destacó que uno de sus periodistas pasó “72 horas en la nueva capital mundial del crimen”, en alusión a San Salvador. En su crónica, Matt Roper -quien participó en operativos con la Policía Nacional Civil- afirmó que “la violencia es tan común que muchos salvadoreños se han acostumbrado a caminar sobre los cuerpos acribillados y hasta ya es parte de su rutina”.

Esto explica que ya en enero la revista InSight Crime, especializada en Crimen Organizado en las Américas, nombrara a El Salvador como el país más violento del planeta. Con una tasa de homicidios de 68,6 por cada 100 mil habitantes, le arrebató el “título” que hasta entonces ostentaba Honduras. Este último país alcanzó en diciembre pasado 66 muertes violentas por cada 100 mil habitantes, según la revista.

InSight Crime sostiene que el alza de las muertes violentas en El Salvador se debe al fracaso de la tregua entre las dos pandillas mayoritarias, Mara Salvatrucha (MS13) y Mara Barrio 18 (M18) (ver recuadro). A su vez, diferentes sectores de la sociedad salvadoreña apuntan a que las cifras de asesinatos y los constantes enfrentamientos entre el Ejército y la Policía contra las pandillas son una especie de guerra “no declarada” originada a partir de la ruptura de esa polémica tregua entre pandillas, que se inició en 2012 y se prolongó por 15 meses.

El propio director del IML reconoce la existencia de una “guerra informal” que está a “un paso del enfrentamiento frontal”. Para Fortín Magaña la tregua es la “aberración que consecuentemente ha traído esta vorágine de violencia” que comenzó en octubre pasado.

Sin embargo, la semana pasada el ministro de Defensa salvadoreño, David Munguía Payés, dijo que el país atraviesa un “conflicto social de baja intensidad” y que no puede catalogarse como una guerra. Según él, se trata de “un conflicto que no llega a tener grandes proporciones; sin embargo, se sale de lo normal, es una amenaza emergente”. En ese sentido, aseguró que tienen información de inteligencia que indica que en el país podría haber “una escalada de violencia”.

Contradictoriamente, hace un mes el Presidente Salvador Sánchez Cerén aseguró que el gobierno tenía una estrategia clara para combatir el crimen y que el país “va por el rumbo correcto” para reducir el clima de violencia e inseguridad.

 

Fuente: La Tercera