Cuba: Cuba no es un país para ser madre

Camina lentamente y se abanica todo el tiempo. Con cada paso, el ancho vestido floreado se mueve de un lado a otro. Yadira Ramos tiene 34 años y dará a luz por primera vez en solo dos semanas. Graduada de contabilidad, la joven postergó la maternidad por razones profesionales, pero la decisión de tener un solo hijo la tomó por motivos económicos.

Desde hace casi cuarenta años la tasa de fecundidad no logra remontar en Cuba. En 2016 el promedio de hijos por mujer fue solo de 1,63 y nacieron 8.192 niños menos que el año anterior, según datos del Anuario Estadístico de Salud. La Isla sufre una tensa situación demográfica que amenaza con convertirse en el más grave de sus problemas.

Las autoridades están alarmadas por la baja natalidad, que lleva a un acelerado proceso de declive poblacional. El envejecimiento pone al límite los gastos en pensiones y sanidad en un país que terminó el 2016 en recesión económica.

Con una población que cada vez vive más, la expectativa de vida roza los 79,5 años, el periodo que las parejas destinan a la reproducción se acorta y esto entra en conflicto con el tiempo que las mujeres usan en sus carreras profesionales.

Cuando era pequeña, Yadira Ramos llamó a sus muñecas con los nombres que soñaba para sus futuras hijas: «Lucrecia, Lucía y Amanda». Sin embargo, los planes de una familia numerosa chocaron contra la realidad. «La situación no está como para tener más de un hijo», explica la embarazada a 14ymedio.

Casada con un camarero de un local gastronómico estatal, la futura madre pertenece a un estrato social que vive al día, sin poder permitirse lujos. La mayor parte del salario del último año lo han destinado a la compra de pañales, biberones y una cuna. «La cuenta no da y sin los regalos que me han hecho no sé cómo me las iba a arreglar», aclara.

Como muchas otras cubanas, Ramos prefirió aplazar la maternidad hasta lograr una posición laboral «más sólida». Opina que «después que una mujer pare se hace muy difícil que asuma responsabilidades de dirección en el trabajo porque tiene que cargar con más tareas en la casa».

En febrero de este año el Gobierno puso en marcha nuevas disposiciones para fomentar la natalidad, como la participación remunerada de otros familiares en el cuidado de los menores y el recorte de impuestos a las trabajadoras del sector privado que tienen dos o más hijos. Sin embargo, las medidas están lejos de resolver un problema que va más allá de los bajos salarios y los insuficientes pagos por licencia de maternidad.

La búsqueda de las causas del descenso de la natalidad se ha vuelto un punto de fricción. Las voces oficiales apuntan a las libertades de las que disfrutan las mujeres, como el motivo para aplazar el embarazo y reducir la cantidad de hijos. Mientras que en las calles los testimonios señalan a la economía y los problemas habitacionales.

Las mujeres fungen como cabeza de familia en el 44,9% de los hogares y en el 66% de los puestos de trabajo técnicos, pero la distribución de las labores domésticas sigue sin ser equitativa. El machismo sigue determinando que ellas se hagan cargo de la mayor parte de los requerimientos de un recién nacido.

Esa desproporción de tareas desestimula a muchas mujeres para ser madres. «Todavía no he encontrado a un hombre que pueda servir para padre de mis hijos», asegura Tania, de 24 años y auxiliar de enfermería en un policlínico del municipio Plaza de la Revolución, en La Habana. «Es una decisión que hay que tomar con mucha seriedad».

Tania se ha practicado hasta el momento seis abortos. «No tengo las condiciones para tener un hijo y no voy a traerlo al mundo a pasar trabajo», asegura. Considera que «muchos embarazos terminan en interrupción porque la familia no puede asumir los gastos de un bebé».

En 2016 se realizaron en Cuba 85.445 abortos inducidos, según datos del Anuario Estadístico de Salud, mientras que solo nacieron 116.725 niños.

En el caso de Tania, a la búsqueda del padre apropiado se le une un viejo sueño de emigrar. «Con un niño se vuelve mucho más difícil conseguir una visa para cualquier lado y es muy complicado empezar de cero en otro país», detalla la enfermera. La emigración es otro de los muchos motivos que está desplomando la fecundidad en la Isla.

Para Juan Carlos Alfonso Fraga, Director e Investigador del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadística e Información, el descenso de la natalidad está asociado con avances en «las condiciones de la familia y la mujer» junto a las «políticas para el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos».

Sin embargo, el especialista reconoce que los problemas materiales «no resueltos, asociados al déficit de viviendas, la carencia de productos» o a los «precios altos» también contribuyen a reducir el número de nacimientos.

A pesar de la caída del número de nacimientos, las cubanas siguen recibiendo una fuerte presión social para ser madres. En el imaginario colectivo, la maternidad es la «consagración» de la mujer y aquellas que posponen la llegada de un hijo son criticadas por amigos y familiares.

La poeta y narradora Irela Casaña reflexiona sobre estas presiones sociales y cuenta que con frecuencia le preguntan por qué no ha tenido un bebé. «Â¿Quién te va a cuidar cuando seas vieja?», le cuestionó recientemente una amiga. La escritora lamenta que resulte «que ahora los hijos son una inversión, un préstamo natural y con altos intereses».

Yadira Ramos ya eligió nombre para la bebita que espera en unas pocas semanas. «Se llamará Amanda como una de mis muñecas de la infancia», asegura.

Publicado originalmente en 14ymedio, el 26 de agosto de 2017