Bolivia: Conflicto Indígena: Nadie Cede

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Tras poco más de un mes, y fracasados intentos de diálogo, continúa la marcha contra la construcción de una carretera que divide un parque nacional, pero ha cambiado de curso y se avecina un potencial enfrentamiento entre estos manifestantes, y el nuevo movimiento que surge en los sectores campesinos afines al gobierno.

La aprobación de un proyecto que pretende la construcción de una carretera que une Cochabamba y Beni fue ampliamente rechazada por indígenas pertenecientes a diversas etnias del sector, debido a que ésta atravesaría el Territorio Indígena Parque Nacional San Isiboro (Tipnis). La iniciativa considerada por Evo Morales como esencial para la integración del país, ha suscitado una marcha extendida desde el 15 de agosto pasado hasta hoy, que pretende recorrer casi 500 kilómetros (de Trinidad a la sede de gobierno en La Paz) con el fin de instar al mandatario a que cancele la ejecución del proyecto.

Las principales razones entregadas por los indígenas y los grupos ecologistas asociados sobre la oposición, estarían orientadas a una crítica al mandatario por una poca consecuencia con su discurso ambientalista ya que el proyecto causaría un daño a la región, rica en flora y fauna. Por otro lado, han manifestado que la construcción de la carretera favorecería y potenciaría la instalación de cultivos de hoja coca (base para la producción de cocaína), beneficiando a la principal base electoral de Evo, el sindicalismo cocalero.

Seis intentos de diálogo han sido llevados a cabo desde el gobierno mediante el envío de representantes (ministros) a negociar. Sin embargo éstos se han negado a dialogar y han exigido la presencia del presidente en las reuniones. Esta marcha ha implicado el bloqueo de caminos al interior así como de carreteras fronterizas, sin mostrar signos de terminar.

A pesar de que ministros han presentado varias alternativas distintas en la construcción de la carretera, todas las opciones contemplan el paso del camino por el Tipnis, lo que ha provocado una creciente radicalización del movimiento.

Por otro lado, la agrupación de los sectores afines al gobierno (campesinos y cocaleros) a favor de la carretera, han comenzado a bloquear caminos para así detener al grupo indígena, generando una creciente tensión por la potencial violencia que se podría desatar en su encuentro. Fuerzas policiales ya se han instalado en el sector crítico, donde se encontrarían ambos grupos. Dirigentes indígenas han declarado que responsabilizarán al gobierno por lo que ahí suceda. La marcha ya ha dejado dos muertes, además de mantener en precarias condiciones a los participantes, entre los que figuran mujeres embarazadas y niños.

Parte importante de las bases de apoyo de Morales están fuertemente debilitadas y su imagen de indigenista y ecologista ha decaído, no sólo a nivel nacional, sino también internacional. Por otro lado, la extensión de los movimientos en tamaño y tiempo, radicalizan las posiciones y hacen cada vez más difícil la negociación.

El potencial enfrentamiento entre las dos fuerzas sociales, evidencia en parte la dificultad de concretar y mantener en el tiempo las promesas de un discurso con tintes populistas. Éste, en la práctica, se hace incoherente y no logra satisfacer plenamente las demandas (básicas y creadas) de todos –y tan distintos- grupos que en un comienzo fueron seducidos por una retórica que hoy choca con la realidad.