Argentina: Todos los problemas son problemas de educación

Por:

Edgardo E. Zablotsky

En:

El Cronista

País:

Argentina

Fecha:

28 de agosto de 2012

Hace pocos días el Ministro de Educación, Alberto Sileoni, respaldó la tarea que desarrolla la agrupación kirchnerista La Cámpora en escuelas públicas de todo el país. Este hecho nos trae a la memoria su explícito apoyo a la reciente toma del Colegio Nacional Buenos Aires.

Año tras año muchas familias han realizado importantes esfuerzos para apoyar la posibilidad que sus hijos cursen su educación secundaria en el Nacional Buenos Aires o en el Carlos Pellegrini, en busca de una educación de excelencia que les abra las puertas para un futuro mejor. Hoy dichas escuelas se turnan para ser tapa de los diarios por las constantes tomas por parte de pequeños grupos de estudiantes; llegando al absurdo de impedirse el dictado de clases por el funcionamiento de un bar. Dicha conducta, lejos de ser censurada, fue también elogiada por Sileoni, quien afirmó que la toma “es un triunfo de la democracia y un triunfo de la educación. Lo primero que me sale es celebrarlo”. ¿Cómo imaginarnos la reacción de Domingo Faustino Sarmiento frente a esta declaración?

“Todos los problemas son problemas de educación”, nos decía el ilustre sanjuanino. ¿Qué mejor foto para ilustrar nuestra realidad? Al fin y al cabo, desde el crecimiento económico genuino hasta la inseguridad, sin olvidarnos, por supuesto, de la equidad distributiva; se encuentran directamente asociados a la educación.

Comencemos por el crecimiento. Robert Lucas, Premio Nobel de Economía 1995, nos enseña que el capital humano es determinante para el crecimiento de un país. Una persona más educada no sólo es más productiva sino que también incrementa la productividad del resto de los factores de producción. Un escaso nivel de capital humano genera que el capital físico sea menos productivo y, si ambos son menores que los de otro país, su nivel de ingreso también lo será. Más razonable e intuitivo, imposible.

Continuemos por la inseguridad. Un delincuente es un ser humano tan racional como cualquiera de nosotros; si deseamos una sociedad con menos delincuentes necesitamos incrementar el costo esperado de delinquir, asociado usualmente a la probabilidad de ser aprehendido y de cumplir efectivamente la condena. Más efectivos policiales calificados y un cumplimiento riguroso de las leyes ayudaría a ello, pero no debemos olvidarnos que es aún más importante incrementar el costo para un potencial delincuente de iniciarse en dicha actividad, representado por el ingreso que dejaría de obtener realizando actividades lícitas. ¿Cómo hacerlo? Educación es la respuesta; nuevamente intuitivo, ¿verdad?

Finalmente centremos nuestra atención en la equidad distributiva. ¿Puede existir duda alguna que la educación es el principal motor de movilidad social? La historia Argentina del siglo XX es claro testimonio de ello. Hace 50 años, Theodore Schultz, Premio Nobel de Economía 1979, ya nos explicaba el por qué: las diferencias de ingresos entre las personas se relacionan con las diferencias en el acceso a la educación, la cual incrementa sus capacidades para realizar trabajos productivos. Educación, una vez más.

Por ello, como bien expresaba el mismo Sarmiento, “si peleamos por la educación, venceremos a la pobreza”. ¿Es posible pensar que elogiando la toma de los colegios, que han representado a lo largo de los años la excelencia educativa en nuestro país, sería la forma que el genial sanjuanino hubiese dado esta batalla? ¿Es factible imaginarlo respaldando el accionar de una organización política, cualquiera sea su ideología, en el ámbito de las escuelas? Con franqueza, yo creo que no.



* Edgardo E. Zablotsky, Profesor de Economía, Universidad del CEMA

Publicado originalmente El Cronista.com, 27 de agosto de 2012.