Nicaragua: Reelección indefinida

Por:

Oscar Ortiz Antelo

En:

El Deber

País:

Columnas

Fecha:

20 de febrero de 2014

Daniel Ortega logró que su mayoría parlamentaria reformara la Constitución de Nicaragua para aprobar la relección indefinida, eliminar la segunda vuelta electoral y autorizar a gobernar mediante decreto con fuerza de ley. Antes, la Corte de Justicia había determinado que la Constitución era inconstitucional al limitar la relección. Es una constante en el sistema político del llamado socialismo del siglo XXI y será el fondo de la disputa en las próximas elecciones en Bolivia.
La perpetuación en el poder es característica de los gobiernos autoritarios, como son todos aquellos conocidos como bolivarianos o del socialismo del siglo XXI, que liderara Hugo Chávez. Como todo Gobierno autoritario, no contemplan la alternancia en el poder, dado que la perpetuación en el mismo se convierte simultáneamente en un modelo de gobierno y en una necesidad de supervivencia personal y política para quienes, habiendo gobernado violando los derechos humanos, saben que fuera del poder tendrían que enfrentar las consecuencias de los abusos, especialmente en un mundo en el cual ya existe el Tribunal Penal Internacional para los delitos de lesa humanidad.
Es lo que hizo Hugo Chávez en Venezuela después de perder un referéndum sobre la reforma de la Constitución, habiendo convocado inmediatamente a otro en el cual obtuvo la relección indefinida. Es lo que intentaron hacer los esposos Kirchner turnándose en el poder hasta que la imprevista muerte de Néstor interrumpió el proceso. Es lo que intentará hacer Evo Morales en las elecciones nacionales en Bolivia. Cuando él dice que el MAS debe ganar con el 74%, no es solo por subir de 10 en 10 en cada elección (antes obtuvo el 54 y el 64%), sino porque ese es el resultado que le permitiría asegurar los dos tercios para la reforma constitucional. El referéndum posterior sería controlado por el oficialismo.
En las elecciones de octubre, los bolivianos tendremos en nuestras manos no solo la decisión sobre los próximos cinco años, sino el futuro de la democracia. Nicaragua nos muestra cómo se la distorsiona y se la reduce a una simple máscara de un sistema en el cual desaparece todo límite al poder y la libertad queda sometida al capricho del gobernante

Artículo originalmente publicado en El Deber http://www.eldeber.com.bo/vernotacolumnistas.php?id=140213004627