Lo dijo con claridad la revista Dinero: “Desde octubre del 2011 la economÃa no ha hecho otra cosa que desacelerarseâ€. La prestigiosa publicación pone en duda que en el 2013 el paÃs vaya a crecer más del 3,5%, por debajo incluso del mediocre 4% del 2012. Lo anterior mientras Perú, que creció 6,3% el año pasado, va a rasgar el 6% este año. Chile no tendrá un gran 2013, pero, aun asÃ, su economÃa crecerá entre 4,5% y 5%, después de aumentar 5,6% en el 2012. Los expertos sostienen que hacen falta varios años seguidos de 6% para salir del subdesarrollo y la pobreza.
Lo triste del asunto es que Colombia podrÃa estar creciendo igual que Perú y aun mejor que Chile. Si la ejecución del presupuesto de inversión pública –cuando por fin habÃa plata para hacer obras– hubiese alcanzado un nivel razonable en el 2011 y el 2012, este rubro le habrÃa aportado punto y medio más de crecimiento a cada año. Y si en vez de hundir el boom minero en un pantano de burocracia, corrupción y fundamentalismo, el gobierno de Juan Manuel Santos les hubiese dado vÃa libre a los proyectos de menor impacto ambiental, y grande y positivo impacto económico y social, el 6% se nos habrÃa quedado corto.
Un exfuncionario del Minambiente me lo explicó: “Lo mismo a los proyectos razonables y de bajo impacto que a los altamente dañinos no les dicen ni que sà ni que no: suelen dejarlos en espera y ahÃ, en esa incertidumbre, es donde crece la corrupciónâ€.
Otro sector que podrÃa haber encendido motores es el agro. Si a la muy justificada polÃtica de restitución de tierras el Gobierno le hubiese sumado un plan ambicioso –como el de la altillanura, que engavetó Planeación Nacional– para darles certezas y estabilidad a grandes inversionistas internacionales de la agroindustria, otro gallo cantarÃa en el campo. Lula da Silva lo hizo en Brasil, tecnificó asà grandes extensiones rurales y multiplicó en ellas el empleo digno. De haber apostado por algo similar, Santos no tendrÃa que girar multimillonarios cheques de subsidios, que nada resolverán a largo plazo, para levantar los paros campesinos. Cheques que pagaremos los contribuyentes, con la prolongación del 4 x 1.000.
Aferrado al cuento de las locomotoras –ninguna de las cuales arrancó– y como la economÃa iba en principio bien, el equipo económico se despreocupó y asumió que las buenas cifras de crecimiento se mantendrÃan por sà solas. Eso nunca ocurre: aun cuando se trate de un ciclo de vacas gordas como el de estos años, derivado del boom de las exportaciones y de la inversión extranjera, si el Gobierno no adoptaba las medidas correctas para hacer sostenible el buen momento, las vacas tenderÃan muy pronto a adelgazar.
Y eso fue lo que pasó. Ahora que las exportaciones están cayendo, por una mezcla de falta de competitividad –no hay buenas carreteras, entre otros lÃos– y baja de los precios internacionales de muchos productos, las vacas ya no lucen tan gordas. Adelgazarán más si se multiplican las señales negativas a los inversionistas: a más de los lÃos con las licencias ambientales y con las consultas a las comunidades –en muchos casos convertidas en negocio de algunas ONG de garaje–, está la incertidumbre por los acuerdos de La Habana y por las elecciones. El rezago de varios billones de pesos en la meta de recaudos fiscales complica aún más las cosas.
Más de un extranjero de los que habÃan llegado atraÃdos por las indudables mejoras de las cifras de seguridad y la fama de buen administrador de Santos está empacando para llevarse su plata a destinos menos inciertos. El panorama para el 2014 resulta poco alentador. Pero más allá de este y del año entrante, lo más grave es que quizás Colombia haya dejado pasar en estos años un cuarto de hora difÃcilmente repetible para salir del atraso.
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*Â Mauricio Vargas /Â mvargaslina@hotmail.com
Publicado originalmente en El Tiempo (Colombia), el 15 de septiembre de 2013