Venezuela: Nicolás Maduro en su hora más difícil

Por:

Emilio J. Cárdenas

En:

Diario Exterior

País:

Columnas

Fecha:

1 de diciembre de 2015

Lo realmente grave es que el país caribeño está sumido hoy en un nivel de pobreza sin parangón histórico alguno: ocurre que el 73% de los venezolanos es pobre. Su gente está claramente “pagando el pato”. Con un presente deplorable y sin un futuro en el que poder soñar. Esto nunca había sucedido desde que, en 1974, se comenzara a medir la pobreza en Venezuela. Es fruto del error de intentar vivir en el colectivismo. Fracasado en el mundo, ese perimido sistema económico ha puesto a Venezuela de rodillas. Parecía imposible, pero es lo que ha ocurrido.

Por esto el dirigente opositor y candidato a diputado en el distrito Capital, José Guerra, señala -con razón- que ello “es muestra clara del fracaso a que nos ha llevado el modelo socialista, el cual deteriora la calidad de vida venezolana, ha puesto en ruina a empresas no sólo públicas, sino privadas y sorprende ver la caída en la actividad económica, en pocas palabras vamos a un retroceso acelerado”. Y es efectivamente así.

Ese es el resultado de la “revolución”. Sus relatos y mitos ya no engañan a nadie. Después de 15 años en el poder, los “bolivarianos” no tienen excusas. Ni discursos creíbles. No pueden sostener un sueño que, está claro, siempre fue mentiroso.

Por eso la importancia de las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre. Cruciales, si de sacarse de encima el azote “bolivariano” se trata. La oposición tiene, en todas las encuestas, por lo menos un 60% de apoyo. Con ese nivel, ni el fraude y la coacción intimidante pueden evitar, sin provocar explosiones, lo que luce como una catástrofe electoral en puerta para Maduro.

La inflación, medida desde el sector privado es del orden del 200% anual. Tiene entonces un ritmo destructor inédito. La economía venezolana, en su conjunto, se contraerá un 8% del PBI en el año que está finalizando. Una situación horrible para los sufridos venezolanos. Por donde se la mire. Y el narcotráfico se perfila en la misma familia presidencial. Con dos sobrinos de la “primera dama” en el banquillo de los acusados ante  un juzgado federal en la ciudad de Nueva York, luego de ser aprehendidos “con las manos en la masa”, en Haití. La incompetencia y la corrupción aparecen por todas partes en Venezuela. Y nadie se sorprende. Como si con la “revolución” no pudiera ser de otra manera.

Para los bolivarianos, de la emergencia actual se sale “radicalizando el modelo”. Así lo sostienen el ex vice-presidenteElías Jaua, envuelto en el discurso populista más descarnado. Y el presidente Nicolás Maduro, que sugiere que, desde la oposición, “le han hecho una guerra económica al pueblo para confundirlo e irritarlo”. No es así, la responsabilidad le pertenece únicamente y deberá enfrentarla ante su pueblo y ante la historia. Pronto.  Por esto cuando agrega “voy a llevar la rectificación de todos los errores y problemas en su máxima expresión. Lo juro” no conmueve a nadie. La única rectificación posible sería su renuncia, palabra que para el arrogante -y a la vez pequeño- Nicolás Maduro simplemente no existe. La propuesta es absurda, consiste en rectificar los errores profundizándolos. Nadie puede creerlo.

Pero no tiene otra opción que reaccionar de ese modo o dejar pasar a otros, capaces de modificar un rumbo absurdo, al que se ha aferrado. Sin advertir que gobernar es saber rectificar los rumbos. Pero pedir esto a un personaje primitivo, con tremendas limitaciones personales, recuerda inevitablemente aquello de las peras y el olmo. Pobre Venezuela. El 6 de diciembre será crucial para su destino. Lo que suceda luego, también.

Quizás el nubarrón negro más amenazador que se cierne sobre Nicolás Maduro hoy llega desde el exterior. Es la decisión del ahora presidente electo de la Argentina, Mauricio Macri, de invocar las cláusulas democráticas de los procesos de integración regional para excluir a Venezuela de los mismos.

Hasta ahora, los gobiernos de la región habían tolerado cínicamente la deformación de la democracia venezolana y las constantes violaciones por parte del gobierno de Nicolás Maduro de las libertades civiles y políticas de los venezolanos, así como de sus derechos humanos.

Macri, en su primer conferencia de prensa, reiteró una promesa de campaña en el sentido de que la República Argentina invocará la “cláusula democrática” contra el régimen de Nicolás Maduro. Me refiero a la llamada “Carta Democrática Interamericana”, aprobada en Lima, Perú, el 11 de septiembre de 2001. Esa norma dispone, en su artículo 20, que cualquier Estado Miembro de la OEA puede, en caso que se produzca en otro Estado Miembro una alternación del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático, solicitar la convocatoria del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de lo que sucede y adoptar las decisiones que, en cada caso, se estimen pertinentes. Esto, en búsqueda de obtener la normalización de la institucionalidad democrática. Si las gestiones diplomáticas necesarias no tienen éxito, se puede llegar hasta la suspensión del Estado Miembro de su derecho de participar en la OEA.

Es cierto, para ello se necesitan los dos tercios de los Estados Miembros, y Venezuela ha “comprado” con petróleo barato a buena parte de los pequeños países del Caribe que, como “contraprestación”, la apoyan en la OEA. No obstante, la denuncia anunciada por el presidente electo de la República Argentina quebrará un silencio cómplice demasiado largo y pondrá a Venezuela en el lugar en que debe estar: el de los países no democráticos que no respetan las libertades y derechos de sus pueblos.

También en UNASUR, hasta ahora dominada por los bolivarianos, la defensa de la democracia tiene un rol fundamental, regulado en el “Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de la UNASUR Sobre Compromiso con la Democracia”. Algo parecido ocurre en el MERCOSUR que ha evolucionado de ser un acuerdo comercial a un proyecto político. El MERCOSUR adoptó en 1998 el “Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático”, cuyo cumplimiento “es esencial” para la permanencia de un Estado en esa organización. En ambos escenarios la nueva actitud argentina puede generar dolores de cabeza para Maduro.

Muy pronto la Venezuela de Nicolás Maduro se enfrentará con un cambio de clima de tono adverso. De la condescendencia culposa de los demás Estados de la región, el impulso argentino, que podría ser acompañado por otros países, la pondrá donde debe estar: en el banquillo mismo de los acusados.

 

 

 

 


Emilio J. Cárdenas.
Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

 

Publicado originalmente en Diario Exterior, el 30 de noviembre de 2015