Guatemala: Ni vencedores ni vencidos

Por:

José Raúl González Merlo

En:

Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN)

País:

Columnas

Fecha:

19 de enero de 2010

Hay que resistir la enorme tentación de concluir que el informe de la Cicig sobre el caso Rosenberg deja a unos como vencedores y a otros como vencidos. En la corte de la opinión pública, el caso podrá haber sido resuelto.

Ahora debe ser resuelto en donde corresponde: en los tribunales de justicia. Todavía falta un largo camino que recorrer. Peor aún, falta esclarecer el caso Musa.

¿Vencedores? El Dr. Castresana ha exonerado del crimen al presidente Colom, a su esposa y al resto de personas que habían sido acusadas por el propio Rosenberg de su asesinato. Es una justa reivindicación al honor de todos ellos de cara a la «infamia», como ha sido calificado por el propio presidente. Podremos estar de acuerdo o no con sus políticas públicas, pero Castresana no encontró evidencia que los implique en este crimen. Tuvo también razón el presidente en señalar que una de las lecciones de la crisis era que «no se debe levantar falso testimonio». Se le calificó de asesino sin otra prueba más que las afirmaciones que se hicieron en el famoso video. Afirmaciones que no tuvieron fundamento.

Sin embargo, el informe de Castresana difícilmente puede ser calificado como una victoria para el Gobierno. La exoneración personal de la culpa oficial fue importantísima; pero un año con más de seis mil 400 asesinatos empaña cualquier «buena noticia» quela Cicig traiga. Igualmente grave es que Castresana denuncie que el ministro de Gobernación, del mismo presidente Colom, haya intentado desviar deliberadamente la investigación para culpar a la oposición política. El Gobierno no se debió haber prestado para haber levantado ese falso testimonio.

¿Vencidos? Los «manifestantes de blanco» pudieran ser calificados como los «grandes perdedores». Quienes así lo crean siguen sin entender su naturaleza y motivación. Esos espontáneos movimientos, sin precedente en nuestra historia, salieron a las calles a exigir verdad, seguridad y justicia al Gobierno. Castresana también los exonera de la trillada tesis oficial de que el asesinato de Rosenberg buscaba un derrocamiento del Gobierno. No obstante lo anterior, el Gobierno los difamó llamándolos «desestabilizadores» y «golpistas». La propaganda oficial no debió haber levantado esos falsos testimonios.

Ni vencedores ni vencidos. Solamente la realidad de uno de tantos crímenes y la denuncia de la negligencia con la que este gobierno ha manejado los temas de seguridad pública. Esa verdad no debe abortar la participación de los «ciudadanos de blanco» en continuar exigiendo verdad, seguridad y justicia. La exoneración de culpa personal no debe provocar la persecución política que el presidente Colom prepara. Y no se nos olvide que ahora toca terminar la investigación del caso Musa.

*miembro de la junta directiva del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN)