Honduras: «Mel» Zelaya, se cubre con «inmunidad» parlamentaria

Por:

Emilio Cárdenas

En:

El Diario Exterior (España)

País:

Columnas

Fecha:

3 de febrero de 2011

El colectivismo, como sistema econ&oacutemico, ha fracasado. Rotundamente. Así acaba de admitirlo, sin vueltas, el propio Ra&uacutel Castro, en Cuba, aunque s&oacutelo despu&eacutes de sumir a su pueblo en la peor de las miserias, posterg&aacutendolo por espacio de medio siglo.
No obstante esa dram&aacutetica admisi&oacuten, algunos izquierdistas radicales -en su fanatismo ciego- no se han anoticiado siquiera del drama humano de lo que significa para la dignidad de la gente lo que ha sucedido en Cuba. Entre ellos, Hugo Ch&aacutevez y su disc&iacutepulo dilecto, Evo Morales. Ambos creen que con levantar el puño desafiantes basta para movilizar a la gente. Para hacerla soñar, al menos por un rato, con la irrealizable utop&iacutea que proclaman.

Pero los hechos mandan. En todas partes. En Cuba, la miseria está a la vista. En Venezuela, el caos es evidente. Y ahora en Bolivia faltan los alimentos de primera necesidad. Por ello, sin az&uacutecar, la amargura de la gente crece, d&iacutea a d&iacutea.

En La Paz simplemente no hay az&uacutecar. Desde noviembre del año pasado. Tampoco hay az&uacutecar cruda. Para aquellos que no tienen los privilegios del poder, obviamente. Porque el Estado la tiene, como suele suceder.

En las tiendas de la llamada «Empresa de Apoyo a la Producci&oacuten de Alimentos» (EMAPA) hay az&uacutecar. Poca. Pero para comprar algunos gramos hay que hacer colas de m&aacutes de ocho horas seg&uacuten informas los medios a&uacuten independientes de Bolivia, que cada vez son menos. Hablamos de m&aacutes de dos cuadras de fila india. Como si nadie tuviera absolutamente nada que hacer. Una verdadera pena impuesta de pronto a la gente, porque sí nom&aacutes.

Las normas vigentes (para combatir la odiada «especulaci&oacuten», presuntamente) s&oacutelo permiten a cada persona comprar az&uacutecar una vez por mes. No m&aacutes. El pr&oacuteximo paso será, quiz&aacutes, la libreta de racionamiento, invento cubano esclavizante que está siendo abandonado en la propia isla.

Por eso, ante la falta de az&uacutecar, la gente recurre a sus cl&aacutesicos sustitutos, como la miel. Y, harta ante lo que sucede, ha convocado a una primera marcha de protesta que ha sido prevista para el pr&oacuteximo jueves 3 de febrero. En la que puede ser una de una serie de protestas que así se inicie, con lo que sucede en el mundo &aacuterabe como tel&oacuten de fondo.

Desde el frustrado «gasolinazo» en Bolivia los precios de los alimentos no han cesado de subir. No s&oacutelo los del az&uacutecar. Por esto hay saqueos. Ocurre que el arroz subió un 14%; el del maní un 13%; el de la avena un 15%; el de la harina un 250%; el del aceite un 12%; el del trigo un 13%; y así sucede con muchos otros.

Para peor, desde el «gasolinazo» la gente tiene miedo al desabastecimiento repentino, enorme desconfianza al futuro entonces, y compra m&aacutes de lo habitual para prevenir el supuesto de que efectivamente ocurra la desagradable sorpresa que muchos creen sucederá: la de un ajuste masivo de precios impuesto por la realidad de una econom&iacutea que no funciona. Con lo cual la demanda es superior a la habitual. Lo que, incre&iacuteblemente, está alimentado desde el poder que advierte constantemente que la actual pol&iacutetica de subsidios a los alimentos y a los combustibles es simplemente insostenible. Por lo que obviamente se teme (no sin razones) un ajuste masivo de precios, lo que en Argentina se llamar&iacutea un verdadero «Rodrigazo», expresi&oacuten que recuerda la salida explosiva de los enormes desaciertos econ&oacutemicos que se acumularon en tiempos de Doña «Isabelita» Per&oacuten.

Por todo esto, la sensaci&oacuten de amargura flota en Bolivia. Pero no s&oacutelo por la falta de az&uacutecar. Quiz&aacutes porque avizoran que una etapa pol&iacutetica que en alg&uacuten momento hizo soñar a algunos, pero que terminó llenando a Bolivia de odios y resentimientos, env&iacutea señales evidentes de agotamiento y puede terminar en una nueva frustraci&oacuten. Fundamentalmente, por el error de haber abrazado un sistema econ&oacutemico ut&oacutepico, que no funciona, el del colectivismo marxista.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

Fuente: El Diario Exterior (España), 31 de enero de 2011.