La tentación del populismo autoritario»En América Latina hay mucho que nos une y mucho que nos divide. En la Celac vimos con claridad los distintos bloques que se han ido formando en la región, con sus distintas filosofÃas polÃticas…»
David Gallagher Buena la cumbre Celac-UE, porque nos ayudó a reflexionar sobre la región en que vivimos. Es que a menudo nos olvidamos de que pertenecemos a ella, acordándonos sólo cuando llegamos a otros continentes, y nos dicen «ustedes los latinoamericanos». Lo que a veces nos choca, porque tendemos a creernos distintos, superiores incluso. Por eso nos hizo bien esta cumbre, donde fuimos mirados por los europeos que nos visitaban como los latinoamericanos que somos.
En América Latina hay mucho que nos une y mucho que nos divide. En la Celac vimos con claridad los distintos bloques que se han ido formando en la región, con sus distintas filosofÃas polÃticas. En un extremo están los paÃses de la Alianza del PacÃfico, esa concepción genial de Alan GarcÃa, a la que adhirió el gobierno de Bachelet con cierto desgano. Son paÃses en que impera la tradición republicana, de democracia representativa, con separación de poderes y gobernantes sometidos al imperio de la ley. Al otro extremo están los paÃses del ALBA. En distintos grados, estos paÃses «bolivarianos» se nutren de una tradición más bien autoritaria y paternalista, que se remonta a los caudillismos del siglo XIX, y antes de eso, al monarquismo absolutista de la colonia. En ellos se tiende a suponer que el gobernante encarna la voluntad del pueblo que lo ungió, y la Constitución, en vez de ser un freno a su actuar, se reforma para permitirle imponer esa voluntad con cada vez menos obstáculos.
¿Estos paÃses se quedarán todos pegados en sus diversos bloques, o transitarán algunos de uno a otro? ¿Existen en sus sociedades gérmenes que podrÃan conducirlos a un cambio radical en su filosofÃa polÃtica? ¿Hay paÃses en la Alianza del PacÃfico o el ALBA que podrÃan querer cambiarse de lado? Creo que sÃ. Siendo liberal y optimista, espero que paÃses como Venezuela o Ecuador quieran algún dÃa transitar a la Alianza del PacÃfico. Pero como observador realista, sé que también puede ocurrir lo contrario. Después de todo, ningún paÃs de la Alianza del PacÃfico ha sido inmune, en el pasado, a arrebatos de populismo y de autoritarismo. El mismo Alan GarcÃa fue en su primera Presidencia ferozmente populista, y antes de eso el Perú tuvo una dictadura militar que fue, por asà decirlo, bolivariana antes de su tiempo. México fue presa de un unipartidismo aplastante, descrito por Vargas Llosa como «la dictadura perfecta». Y en Chile, el populismo y el autoritarismo nos han seducido una y otra vez. Estamos ahora curados de espanto en cuanto a autoritarismo de derecha, pero en la izquierda, los llamados a una asamblea constituyente tienen fuertes resonancias bolivarianas. Por otro lado, quién sabe qué ofertones populistas nos llegarán con las campañas este año. Mientras tanto la gente parece estar peligrosamente enojada, o aburrida, con nuestras instituciones.
No es en vano, entonces, que pertenecemos a una región en que a la gente le ha costado resignarse por tiempos largos a un orden republicano estable, a uno en que las instituciones son más que las personas, y en que los gobernantes están sometidos a una Constitución. Es una región en que de vez en cuando la gente se ha aburrido de la estabilidad, dejándose llevar por la oratoria, el dispendio, la fuerza, y la excitación fiestera que brinda un autoritarismo populista cuyos cantos de sirena se hacen aun más seductores cuando las materias primas están en boom , cuando el paÃs «está forrado», como dicen, y hay un jugoso botÃn por repartir. Cabe acordarse de nuestra pertenencia a esta región en este año electoral, porque esos cantos de sirena se van a oÃr mucho, y es vital que los resistamos si no hemos de echar por la borda todo lo que hemos logrado.
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*Economista y Consejero del CEP (Chile).
Publicado originalmente en El Mercurio (Chile), el 8 de febrero de 2013.
Foto: Emol.com