Bolivia: La segunda oportunidad de Evo Morales

Por:

Carlos Malamud

En:

Infolatam

País:

Bolivia

Fecha:

7 de diciembre de 2009

En la corta, y casi sin sorpresas, noche electoral boliviana, el candidato perdedor Samuel Doria Medina reconocía la magnitud de su traspié y decía que el pueblo boliviano había «decidido darle una segunda oportunidad a Evo Morales». En realidad, más que de una segunda oportunidad se trató de un verdadero cheque en blanco, dada la amplitud de la victoria del oficialismo. El problema que se plantea a futuro es la forma en que gestionará Morales tan amplia victoria.

El ex presidente Carlos Mesa señaló que pudiendo ser Morales el Mandela boliviano, había optado por la figura de Mugabe, en alusión a las pulsiones autoritarias de su gobierno y a la forma en que estimulaba la crispación social. Este segundo mandato que comenzará en enero próximo es, en efecto, una segunda oportunidad para el líder cocalero. Según Morales, con el respaldo recibido tienen «la enorme responsabilidad de profundizar, de acelerar este proceso de cambio», una situación reforzada por el espectacular resultado obtenido en las cámaras de Diputados y Senadores, que lo obligan a acelerarlo todavía más.

Su carisma y su verbo fueron más que suficientes para trasladar el apoyo personal que recibió de los votantes en la elección presidencial a los otros comicios celebrados simultáneamente, tanto a los legislativos como a aquellos donde se dirimía el futuro autonómico del país. En tres departamentos (La Paz, Oruro y Potosí) Morales cosechó más del 70% de los votos, mientras que en otros dos superó el 50% (Cochabamba y Chuquisaca). Y si bien en Beni, Pando y Santa Cruz sólo fue segundo, detrás de Manfred Reyes Villa, sus cifras son de escándalo.

Está claro que una amplia mayoría de bolivianos ha decidido apoyar su propuesta de cambio. Por eso no se puede despreciar un triunfo de esta magnitud, con tan amplio apoyo popular, con el único argumento de que se trata de un líder populista. Como diríaRafael Correa, además es popular. Al mismo tiempo, su mensaje tranquilizador dirigido a captar el voto de las clases medias tuvo éxito, tal como quedó reflejado en el escrutinio. Pero hay más, su triunfo ha sido facilitado por la oposición, que no sólo fue incapaz de encontrar un candidato capaz de reflejar la nueva situación que atraviesa Bolivia, sino también porque sus mensajes remitían más al pasado que se quería recuperar que a las transformaciones anheladas por buena parte de la ciudadanía del país. Desde hacía un año la iniciativa política estaba en manos del gobierno, que es quien imponía la agenda.

En los años de su primer mandato Morales ha sabido sacar provecho de dos hechos importantes que facilitaron enormemente su gestión: el elevado precio de las materias primas en los mercados internacionales y la ayuda de la cooperación venezolana que llegaba en forma de maletines repletos de dólares. Con una caja tan bien provista pudo financiar sus proyectos sociales y sus planes clientelares, repartiendo los cheques de los bonos Juanito Pinto, para los niños en edad escolar, u otros destinados a madres embarazadas. De mantenerse los altos precios de las materias primas, reforzadas por el descubrimiento de litio, podrá avanzar en sus proyectos. Lo mismo se puede decir de la asistencia venezolana, que ha sido decisiva para su supervivencia en el poder.

Este presente tan venturoso no impide señalar que en el horizonte se avizoran algunos nubarrones. El primero, surgido tras las declaraciones de Morales el día mismo de la elección, cuando afirmó que «constitucionalmente [es] mi primera elección en base a la nueva Constitución Política del Estado», que indica que está dispuesto a presentarse a una nueva reelección, al considerar que el anterior mandato no cuenta. De todos modos, y con la amplísima mayoría parlamentaria de la que dispone, puede iniciar los trámites de una nueva reforma constitucional.

Aquí, precisamente, encontramos otros nubarrones, en la posibilidad que tiene en sus manos de diseñar el nuevo formato institucional del estado en función de sus objetivos políticos. De la discrecionalidad con que se mueva, del carácter que le dé a las leyes que apruebe, dependerá el futuro de Bolivia. En este sentido, las elecciones municipales y departamentales que se celebrarán el 4 de abril próximo serán cruciales para ver el rumbo que sigue el proceso de cambio multiétnico y pluricultural, ya que uno de los objetivos del MAS para entonces es imponerse en los nueve departamentos y de ese modo consolidar su proyecto hegemónico.

El MAS mira por el espejo retrovisor la experiencia del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) y la inicialmente exitosa, aunque luego fracasada, revolución de 1952. Y si bien la rechaza y dice no sentirse identificado con ella los paralelismos son numerosos. Años después de ser una clara opción de gobierno y un referente durante largos años del sistema de partidos boliviano, el MNR desapareció del mapa. El MAS, a costa de crecer y engordar ha perdido coherencia interna. Por eso es importante conocer la composición del nuevo gabinete y ver cuántos de los actuales ministros, especialmente el núcleo duro, en el que destacan personajes como el ministro de la presidencia Juan Ramón Quintana, el ministro de Gobierno Alfredo Rada o Iván Canelas, el portavoz presidencial, continuarán en sus cargos.

En la legislatura pasada se han visto numerosos casos de infidelidad partidaria. ¿Podrá pasarle lo mismo al MAS? ¿Qué ocurrirá cuando las cosas comiencen a venir mal dadas? ¿Cómo resistirá el acuerdo entre el sector más radical del MAS y el más posibilista? ¿Tiene futuro el matrimonio de conveniencia entre Morales y García Linera? Los desafíos de la construcción del nuevo estado boliviano son infinitos y a la vista de las promesas realizadas y de las expectativas levantadas toda la atención estará puesta en la gestión del gobierno. Por eso, hay que estar expectantes a la forma en que Evo Morales sea capaz de dar cumplida respuesta a sus compromisos y en caso de no hacerlo cuál será la reacción de los sectores implicados.

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* Investigador Principal para América Latina y la Comunidad Iberoamericana del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos