Bolivia: La popularidad de Evo Morales sigue en descenso

Por:

Emilio J. Cárdenas

En:

Diario Exterior

País:

Bolivia

Fecha:

17 de noviembre de 2016

Las encuestas realizadas en Bolivia entre su población urbana sugieren -todas- que la popularidad del presidente Evo Morales, de cara a los comicios presidenciales de 2019, está cayendo lentamente. Esto es bien importante porque, pese a que Morales hace creer que no está interesado en buscar una nueva reelección, somos muchos los que suponemos que si lo está.

Para la empresa Ipsos, la popularidad de Evo Morales en el mes de septiembre pasado estaba en un 46%, tres puntos porcentuales por debajo entonces del 49% registrado en cambio en el pasado mes de agosto. Menos de la mitad de los entrevistados lo apoyan, queda visto.

En cambio, para la encuestadora Captura Consulting, Morales tiene hoy una aprobación positiva, del 51,2%. Un punto menos que la medición que se registrara en el mes de agosto pasado.

Cuando de su vicepresidente se trata, un político que no es un indígena, o sea de Álvaro García Linera -el conocido ex guerrillero e “intelectual de extrema izquierda” que está y ha estado siempre detrás de Evo Morales- la popularidad que muestra es bastante menor. Para Ipsos, es de tan sólo el 39%. Para Captura Consulting, en cambio, es del 43,7%.
Así están las cosas. La imagen pública de Evo Morales ya no es ciertamente la de antes, la del líder indiscutido. Sin que nadie podía hacerle sombra. Hoy está a la cabeza de las preferencias, pero luce vulnerable, como nunca hasta ahora.

Quizás por la caída de popularidad que lo afecta, Evo Morales está persiguiendo -intensa y duramente- a sus opositores, utilizando para ello a jueces que, por serle adictos, no son ciertamente independientes. Estamos entonces frente a una cínica arremetida “chavista” más, con el propósito evidente de trata de intimidar y presionar a los dirigentes opositores. Claramente una actitud anti-democrática, desleal y, por ende, condenable.

Ahora ha hecho procesar a Samuel Doria Medina con un pedido específico de detención preventiva del líder de Unidad Nacional en el penal de San Pedro.

Ese es apenas uno del centenar de procesos de distinta índole iniciados contra los políticos opositores. Sus crímenes reales tienen que ver con no estar de acuerdo con Morales y pensar distinto, lo que supone representar un riesgo para Morales cuando el ambicioso ex dirigente cocalero considera -una vez más- la posibilidad de reformar las normas de su país para permitirle eternizarse en el poder del país del altiplano.

A Doria Medina y otros nueve ex funcionarios se los investiga por los términos de un contrato de préstamo que fuera suscripto treinta años atrás, en 1992, específicamente por su presunta alta tasa de interés. De no creer, pero es así. Esa es la Bolivia que responde a Evo Morales.

A lo que se agrega una persecución económica contra el mencionado Doria Medina que consiste en embargar e imposibilitar la venta de inmuebles de propiedad de Samuel Doria Medina para atender eventualmente costos y costas y supuestos daños producidos por el contrato de préstamo que de pronto ha resucitado y está siendo ahora controvertido. Lo que, por cierto, supone nada menos que maniatarlo económicamente.

En paralelo, hay acciones judiciales en marcha que fueran iniciadas contra el alcalde de La Paz, Luis Revilla; contra el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas; contra el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga; y contra Ernesto Suárez y José María Leyes. Todos son opositores declarados al Movimiento al Socialismo que encabezan Evo Morales y su tutor intelectual el vice-presidente, Álvaro García Linera quien, está probado, en su momento falsificara sus antecedentes académicos para disfrazarse de lo que ciertamente no es.

Las persecuciones judiciales son particularmente riesgosas porque, en Bolivia, la Defensoría del Pueblo, el Congreso, los fiscales, la Contraloría y los magistrados judiciales están hoy en manos de aliados de Evo Morales que actúan siguiendo sus pareceres e instrucciones. Todos ellos son en realidad brazos desnaturalizados de las instituciones bolivianas, que funcionan como sumisos instrumentos operativos del Poder Ejecutivo. Lo que debe denunciarse una y otra vez, para que nadie se engañe acerca del funcionamiento de la peculiar “democracia” plurinacional boliviana.

Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

Publicado originalmente en Diario Exterior, el 2 de noviembre de 2016.