Chile: ¡El modelo no existe!, Viva el Modelo

Por:

José Ramón Valente

En:

La Tercera

País:

Chile

Fecha:

23 de julio de 2013

Al menos yo, no conozco a nadie que se levante en la mañana y que antes de ir a comprar el pan se lea un par de páginas de un libro para saber qué debe hacer. Lo digo porque se habla tanto del Modelo Económico que pareciera como si existiera un manual que define el comportamiento que debemos tener los seres humanos bajo el yugo del neoliberalismo. La realidad es justamente la opuesta. El mentado «modelo» es sólo una descripción de cómo se comportan los seres humanos cuando se les permite interactuar libremente con otros seres humanos.

Así como las vacunas no se inventan sino que se descubren, la genialidad de Adam Smith no fue inventar un modelo de comportamiento óptimo para los seres humanos, sino que describir cómo el comportamiento natural de las personas libres, con todas sus virtudes y defectos, podía llevar al progreso de toda la sociedad y no tan sólo de ellos mismos. El gran descubrimiento de Adam Smith es que aun la gente egoísta puede contribuir al bienestar social cuando realiza sus actividades en un mercado competitivo, es decir, cuando cualquier otra persona puede desafiar los productos y servicios ofrecidos por una persona o un grupo de personas con productos y servicios mejores y más baratos.

Erróneamente se le endosa al «Modelo» la promoción de una sociedad egoísta e individualista, cuando lo que realmente develó Adam Smith es que las sociedades libres tienen un mecanismo autoinmune contra el egoísmo. La gracia de la economía de mercado es que permite el progreso y el bienestar social aun en un mundo imperfecto en que no todos los seres humanos son santos de altar.

La vacuna de Adam Smith, se publicó en 1776, el mismo año de la declaración de Independencia de los Estados Unidos, con el nombre «An Inquiere into the Nature and Causes of the Wealth of Nations». En éstos cerca de 250 años desde su publicación, ésta ha permitido que miles de millones de personas no caigan presa de las enfermedades del absolutismo dinástico, el despotismo, el fascismo, el comunismo y el socialismo. Todas variantes de un virus con una raíz común, la soberbia de unos pocos seres humanos iluminados que creen que pueden y deben imponerle al resto de los seres humanos cómo deben vivir sus vidas.

A pesar de los varios intentos de los iluminados por retomar y retener su poder coercitivo sobre los ciudadanos de diversas naciones, el cual ha tenido episodios de lamentable éxito, particularmente durante el siglo pasado, el avance de la libertad ha sido continuo y abrumador en casi todos los rincones del mundo. Pero así como los virus van mutando para engañar al sistema inmune, también lo hacen los que no se conforman con la idea de que los hombres puedan ser dueños de su propio destino. Hoy en Chile, los iluminados se presentan con el atractivo camuflaje de la desigualdad y los abusos, pero la solución que ofrecen es la misma de siempre, más poder para ellos. Más impuestos para controlar una mayor dosis de poder económico, cambios en la Constitución para controlar una mayor cuota de poder político, fin a la educación privada para controlar las mentes de las nuevas generaciones, fin a las AFP para controlar los ahorros de más de 9 millones de trabajadores, etc., etc.

Esta semana se publicó en Chile un libro con el nombre de «El otro modelo». Sus autores son académicos de izquierda ligados a la candidatura de Michele Bachelet. La portada del libro dice mucho respecto de su contenido. En ella aparece un ladrillo roto en referencia al documento que dio origen a la transformación económica de Chile en los años ´70 y ´80. Subliminalmente el libro pretende que creamos que la libertad económica es un invento «made in Chile» de la época del gobierno militar, con lo cual ésta perdería legitimidad. Por supuesto a continuación se propone reducir los espacios de libertad de la gente y transferírselos al Estado, ósea a ellos mismos.

No permitamos que Chile se convierta en un ejemplo más del fracaso de quienes se autodenominan progresistas, pero proponen soluciones que el mundo comenzó a abandonar hace 250 años.

 

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*José Ramón Valente
Publicado originalmente en La Tercera (Chile), el 21 de julio de 2013