Venezuela: Después de la ‘Toma de Caracas’, ¿qué?

Por:

Guillermo A. Cochez

En:

La Estrella de Panamá

País:

Columnas

Fecha:

9 de septiembre de 2016

Lo ocurrido en Caracas el pasado jueves 1 de septiembre no tiene parangón en ese país hermano. Más de un millón de personas de todo el país voluntariamente, y a su propio costo y riesgo, se congregó en la ciudad capital para reiterar el pedido de Referéndum Revocatorio, procedimiento constitucional aprobado en la Constitución promulgada por Chávez en 1999 y que permite a la población, si no está satisfecha con sus gobernantes a mitad del periodo, solicitar, mediante votación directa que su mandato sea revocado. Al mismo tiempo que esto ocurría, los gobiernistas realizaban un acto que no llegó a sumar a más de seis mil de sus seguidores, muchos de ellos funcionarios obligados a estar allí.

En este caso el revocado sería Nicolás Maduro, con un índice de aprobación que no supera el 17 % de la población. Su mandato ha sido cuestionado en diversas formas, la última al ser considerado el responsable de que, en un país rico como Venezuela, haya terminado de destruir la economía, sin suficientes alimentos ni medicamentos, que los hospitales estén inservibles y que la tasa de violencia vaya en aumento cada día, particularmente por ser estimulada por el mismo Gobierno, al armar a miles de seguidores del chavismo que se les han salido de control a los organismos encargados de la seguridad ciudadana.

La gris historia de Maduro está marcada por el fraude y la mentira, algo propio de los Gobiernos populistas de ‘izquierda ‘ que tanto daño le están haciendo a América Latina en este siglo. A estas alturas, Maduro no ha podido demostrar fehacientemente que es nacido en Venezuela y no en Colombia como todo indica, con lo cual no podría ejercer la Presidencia de la República de Venezuela. Además, al asumir el poder temporal el 10 de enero de 2013, hecho que denuncié y me costó mi puesto en la OEA donde representaba a Panamá, Chávez ya estaba muerto y por lo tanto lo que procedía era hacer una nueva elección de inmediato y no esperar hasta el 14 de abril de 2014 como hicieron.

A Nicolás Maduro ni su propia gente lo aprueba, hasta se burlan de él, por la manifiesta incapacidad que ha demostrado en el ejercicio del poder, hoy prácticamente cedido a los jefes militares, en asuntos tan vitales como la distribución de los alimentos que tanta falta le hacen al pueblo venezolano. Nadie saber cómo puede sostenerse, a pesar de los permanentes desaciertos en que incurre.

La Toma de Caracas deja aún más en la precariedad a Maduro y sus adláteres, porque refleja el interés de la mayoría de la población que quiere su relevo como punto inicial de la salida que aspira el país. Queda claro para quienes aún lo apoyan que su figura está gastada y no tiene posibilidad alguna de recuperación. Estimulan el cambio, pero no saben cómo hacerlo. Mientras tanto, el país sigue camino al barranco, sin saber cuándo tocará más fondo del que ya ha tocado.

Después de la marcha del 1 de septiembre, el grupito que se aferra a Maduro pensará menos en conceder el Referéndum porque conoce de antemano la paliza que recibirían. Saben que lo pueden perder todo y por eso los pataleos de ahogado que dan. Por eso es que el diálogo con Maduro no ha prosperado ni tiene posibilidad de prosperar.

¿Qué debe hacer la oposición entonces? La Toma de Caracas representó la manifestación de un pueblo que, al perder el miedo al tirano, es capaz de darlo todo por recuperar su libertad y mejorar su condición de vida. Pero en forma cívica y pacífica. Deberá seguir luchando como lo hizo el 1 de septiembre, tal como han anunciado lo harán.

Los cambios pacíficos demoran, pero cuando llegan se quedan y se profundizan; qué mejor ejemplo de ello como el que nos legó Mahatma Gandhi. Eso es el camino que se debe seguir. Habrá algunos que reclamarán por qué en esa marcha no se aprovechó la multitud para forzar en Miraflores la renuncia de Maduro. Ello hubiera podido conllevar la violencia que unos pocos estimulan y la mayoría quiere evitar. Ojalá que la prudencia y la ecuanimidad sigan inspirando a quienes en este momento histórico dirigen a la oposición venezolana.

 

 

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*Fue Embajador de Panamá en la OEA, julio 2009 a enero de 2013.
Publicado originalmente en La Estrella de Panamá, el 6 de septiembre de 2016.