El Salvador: ¿De dónde viene la violencia?

Por:

Rafael Dominguez

En:

El Mundo

País:

Columnas

Fecha:

4 de mayo de 2014
Por Rafael Domínguez/ Periodista

 

Estamos batallando contra las olas, si no comprendemos de dónde viene la violencia.

 

Los salvadoreños seguimos atascados en el lodazal de la violencia y de las maras, bien lo dijo el padre “Toño”, las maras no son el único problema de violencia, pero sí es de lo más visible y de lo más terrorífico, por eso causa tanta indignación y dificultad el planteamiento de beneficios a cambio de paz, porque todo lo que se le dé a una mara es un beneficio, si ella no se declara desarticulada para el crimen.

Pero al margen de cómo lo vamos a solucionar, debe ir el comprender el fenómeno y ahí hay todavía mucho por descubrir, uno no se explica por qué el salvadoreño es capaz de tanta violencia, de enojarse con tanta facilidad, de destruir y de atacar a otro semejante sin piedad no importando la edad que tenga y eso lo vemos a diario, surge la pregunta simple: ¿De dónde viene esa violencia?  Por ahora solo la vemos presente, está en todos lados y en todos los estratos sociales, con dinero o sin él, cada quien se siente como dice la canción el Rey y tiene derecho a matar, a golpear, a sobreponerse a cualquiera y a cualquier costo, no nos detenemos por nada, ni por leyes, ni por penas, mucho menos por presencia de la autoridad;  el domingo pasado la muestra la dieron los seguidores del Alianza y del FAS, el deporte, algo tan sano como el fútbol  se convirtió en gatillo para enfrentar a la policía, en un sin sentido de violencia que solo sigue mostrando que algo malo pasa con nuestra sociedad.

En la búsqueda del dónde, hemos planteado todo tipo de teorías, desde las antropológicas, históricas, ideológicas hasta las económicas, y hemos buscado sin lograr resultados.

Hemos creído o así al menos se está proponiendo que la violencia va a ceder si hay oportunidades para los jóvenes de las maras, es decir, si se les da lo que no han tenido y si alcanzan niveles de vida que otros jóvenes tienen, por ejemplo si se les diera empleo, educación y mejores condiciones para desarrollarse, yo al fragor del análisis creo que es una posibilidad, pero en la realidad podemos contrastar la teoría porque estos jóvenes tienen dinero, la extorsión, el crimen, el sicariato, lo que fuera su “empleo” criminal actual les deja ingresos, hay dinero en sus manos y aún así su criminalidad no desaparece por tener más ingresos, en cuanto a educación, pues no es lo que les interesa, porque muchos abandonan la escuela, no continúan sus estudios ni mucho menos aspiran a algo que intelectualmente les alimente, es lógico pensar que a más educación menos violencia, pero ellos deciden dejar la educación para dedicarse a la mara, a la pandilla y al barrio, se vuelven por decirlo vagos a voluntad, pero el negocio criminal les da para vivir.

Y hablando de posibilidades, éstas las tienen, porque con sus ingresos, mano de obra que también tienen, son un grupo, son “familia”, podrían intentar multiplicar el ingreso con esfuerzo propio, en talleres, panaderías, tapicerías, etc., pero no, la mara no promueve la productividad y volvemos al punto de partida, ¿entonces de dónde viene la violencia? ¿Cuándo se acaba la violencia?

¿Puede el mejor ingreso, el trabajo y la educación convertir al delincuente en persona sana de forma automática? Si las respuestas son aún confusas es porque sabemos en lo profundo que no funciona así, que ningún delincuente dejará su “empleo delictivo” menos la violencia, porque simplemente le dieron un trabajo de camisa y corbata de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. con un sueldo de $400 al mes, porque su naturaleza ya no es esa, si es que la tuvo algún día; por tanto, estamos batallando contra las olas, si no comprendemos de donde viene la violencia.

La lucha para mí es espiritual, en la Biblia, en el evangelio de Mateo, capítulo 15, se explica de dónde es que viene la violencia, de dónde viene el asesinato, el adulterio, los malos pensamientos, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, todo viene del corazón del hombre, pero ¿cuánto estamos dispuestos a trabajar por esta verdad?

Si creemos que un empleo, un título de bachiller o la adopción social de la mara, hará que pasen a la decencia y al respeto de la ley, estamos totalmente equivocados, se necesita ir al corazón del hombre, entrar hasta su raíz espiritual, sacar sus frustraciones, rencores, odios, resentimientos y acariciar la gracia del perdón, deben pedir perdón y dar perdón, nosotros también deberemos primero perdonar y ser perdonados para entrar en la atmosfera que genere esa transformación, de lo contrario solo alimentaremos a una bestia insaciable que seguirá matando y usando la violencia para conquistar su siguiente paso o su siguiente víctima.

La violencia que aqueja a El Salvador, no es una violencia que se agotará por leer libros, aunque lo necesitamos muchísimo, no terminará por lograr que un pobre alcance riqueza, ya vemos que hay ricos y llevan la misma violencia en sus corazones; es más, la violencia está en nuestros funcionarios y hasta en los “mediadores de la tregua” que la están usando para descalificar a otros funcionarios y lograr su propio protagonismo, pensemos en esto.

 

 

 

Publicado originalmente en El Mundo (El Salvador), el 29 de abril de 2014