Este domingo los chilenos se volcaron a las urnas y concedieron la victoria a Sebastian Piñera. Ganó la derecha -en Chile utilizan esta expresión sin complejos- con un 44 % de los votos, pero que no le alcanza para ganar en primera vuelta y tendremos que esperar a lo que suceda el 17 de enero.

Uno de los objetivos de la Concertación, la alianza que lleva gobernando Chile desde hace casi veinte años, había sido restablecer la democracia y lo consiguió. En ese camino, también obtuvo muchos logros importantes. Entre ellos el derestablecer una sana convivencia cívica dentro de la sociedad chilena llevando adelante políticas de Estado donde privaban los acuerdos y consensos en un sano debate político. Sin embargo, se puede decir que el ‘objeto social’ de la concertación de un tiempo a esta parte estaba agotado, y que el motivo para el cual habí­a nacido ya se había cumplido. El continuismo ineludiblemente deja ancladas a las sociedades en el pasado y existen momentos históricos en los que las naciones deben elegir entre quedarse atrapadas en paradigmas de otros tiempos, o avanzar hacia futuros renovadores. Este es uno de esos momentos para Chile.

El ganador de estos comicios es Sebastian Piñera, el exitoso empresario que en 1988 votó por el No a la continuidad de Pinochet, que tiene porte de lí­der y muchas esperanzas depositadas en él. Su programa de gobierno descansa en el arduo trabajo que todos estos meses llevaron a cabo los grupos Tantauco. Se trata de un elenco compuesto por profesionales competentes, del más alto nivel y de distintas tendencias que seguramente ocuparan un lugar destacado dentro de las filas de su futuro gobierno. Chile tiene grandes desafíos por delante; superar la pobreza, alcanzar al mundo desarrollado con ingresos per capita equiparables a los de los paí­ses desarrollados con equidad social y desarrollo sostenible y modernizar el Estado. Es de desear que esa sea su segunda transición y todo parece indicar Piñera será el encargado de llevarla adelante.

Aunque en polí­tica, como en el futbol, todo es posible, será muy difícil que la Concertación consiga dar vuelta los resultados, quince puntos de diferencia son muchos. Además, el poco entusiasmo que despertó el candidato Eduardo Frei en campaña y la fuga de votos del electorado tradicional de la concertación hacia Ominami evidencian ciertas grietas que probablemente se terminen de abrir a partir de esta derrota. Posiblemente sean Michelle Bachelet -que se retira de La moneda con casi 80 % de popularidad- y Ominami las figuras sobre las que recaiga la responsabilidad de volver a acomodar las piezas.

Chile es un gran país que está a un mes de dar otro salto hacia la democracia llenándola de contenido con el ingrediente que le faltaba: la alternancia en el poder. Ojalá que esta nueva elección conlleve otro salto trascendental y que el proyecto que lidera Sebastian Piñera conduzca definitivamente a Chile por la senda de la vanguardia de las naciones desarrolladas del mundo libre.

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*Coordinador de Programas de América Latina de FAES