Entre quienes mantienen en este momento la actitud correcta están Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos. En América Latina, ciertos paÃses, como Panamá, se han negado a felicitar a Maduro y otros, como México y Chile, han emitido juicios formales desprovistos de la solidaridad expresa que han manifestado los aliados ideológicos del chavismo y quienes, como el mandatario peruano, no practican en casa nada parecido pero se identifican con Caracas como lo hacÃa Lula da Silva cuando gobernaba (Dilma Rousseff es mucho más distante).
Para la comunidad internacional no tendrÃa que ser difÃcil entender lo que corresponde hacer. Un mar de irregularidades y una actuación a todas luces sospechosa de parte tanto del gobierno en funciones como de las instituciones electorales sugieren la posibilidad de un fraude. La posición habla de al menos un millón de votos cuestionables. Todo lo que piden Henrique Capriles y compañÃa es un nuevo escrutinio. No piden un golpe de Estado ni encarcelar a Maduro sino algo tan razonable como contar bien los votos. Exactamente eso es lo que corresponde pedir a la comunidad internacional. De lo contrario, el nuevo gobierno será ilegÃtimo.
La conducta del régimen venezolano en materia exterior refuerza la necesidad de que los paÃses del mundo exijan un nuevo conteo de votos. ¿Hemos olvidado todas las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que Venezuela se ha negado a acatar? ¿Hemos olvidado que expulsó a misiones internacionales como la de Human Rights Watch, organismo independiente respetado, y que se negó a permitir la de la RelatorÃa para la Libertad de Expresión, que forma parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos? ¿Hemos olvidado que Caracas ha denunciado la Convención que le exige respetar los fallos de esta Comisión, que es parte de la OEA? ¿Y qué decir de las innumerables expropiaciones de empresas extranjeras sin compensación económica? ¿Y de la injerencia en paÃses a los que Caracas ayudó a desestabilizar?
Invocar el principio de la no injerencia o de las relaciones entre Estados para avalar la operación antidemocrática en Venezuela es indigno de democracias serias. Perú vivió una situación similar en 2000, con un gobierno ilegÃtimo al que una resistencia pacÃfica intentaba desalojar democráticamente. La comunidad internacional, con honrosas excepciones, dio la espalda a los demócratas en un primer momento. La fuerza de los acontecimientos y el esfuerzo de los propios demócratas modificó las cosas. Producida la transición democrática, hubo una iniciativa continental que acabó plasmada en la Carta Democrática Interamericana. La idea era que nunca más el continente permitiera una situación como la peruana. En realidad, este instrumento no era estrictamente necesario pues ya existÃan otros, empezando por el propio documento fundacional de la OEA. Pero se creyó indispensable suscribirlo precisamente porque la OEA no habÃa actuado con claridad.
Si algún paÃs perteneciente a la OEA ha violado esa Carta es Venezuela. Por tanto, los paÃses del hemisferio tienen la obligación de exigir democracia en Venezuela. Lo contrario es hacer escarnio de esa Carta. Esto nada tiene que ver con la naturaleza ideológica del régimen venezolano. La Carta no fue hecha para ser aplicada a gobiernos de derecha y para hacerse la vista gorda ante gobiernos de izquierda. Fue hecha para ser aplicada sin distingos.
América Latina reaccionó con velocidad de rayo en casos como el Paraguayo, mucho menos claro que el de Venezuela, tomando medidas muy extremas, como la suspensión del gobierno de Asunción de UNASUR. Es clamorosa la falta de coherencia entre eso y lo que ocurre ahora de cara a la crisis venezolana. Cuando se expulsó a Paraguay, se invocó tratados internacionales para justificar dicha acción aun cuando, siendo polÃticamente muy discutible, habÃa sido constitucional la destitución del Presidente Lugo a manos del Senado y su reemplazo por el Vicepresidente. Esos mismos tratados deben ser invocados hoy para hacer frente a Venezuela aunque sea un porcentaje de lo que se hizo ante Paraguay.
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Publicado originalmente en Diario Exterior, el 18 de abril de 2013