Autoridades del Gobierno han destacado los resultados macroeconómicos de 2012, particularmente el hecho de que las exportaciones hubieran superado los $us 10.000 millones, anunciando que Bolivia se encamina hacia una década de oro. Lamentablemente, creo que vivimos en una burbuja con mucho gasto y poco desarrollo, una triste oportunidad perdida para impulsar un crecimiento sostenible.
Es una burbuja porque está basada en el incremento de los precios internacionales. A pesar de los increÃbles oportunidades que nos ofrece el mundo, la producción nacional ha crecido muy poco, debido a erróneas polÃticas que desincentivan la inversión privada, por la falta de seguridad jurÃdica y de certidumbre sobre las condiciones para producir y exportar, asà como por destinar gran parte de los ingresos públicos a la creación de empresas estatales que en su mayor parte no funcionan. Sin embargo, la burbuja se ha prolongado porque tiene distintos infladores que la sostienen e inyectan recursos a la economÃa: la multiplicación por 4 y hasta por 5 de los precios del gas que exporta el paÃs, el incremento en similares condiciones de los precios de los minerales, el gran aumento de las remesas de los migrantes, el aumento del valor de las exportaciones de derivados de las oleaginosas y, lamentablemente, el incremento en la producción y exportación de cocaÃna.
Como toda burbuja, esto ha producido un gran auge en el consumo, un incremento en la actividad comercial, un gran dinamismo en el sector inmobiliario, además de un aumento de las remuneraciones laborales, particularmente en el sector informal. Estos factores han causado un efecto multiplicador en el movimiento económico que genera una sensación de crecimiento económico. La gran debilidad es que este crecimiento no tiene base de sostenibilidad y depende de la coyuntura internacional. Los crecimientos en la producción de alimentos, minerales e hidrocarburos son bastantes modestos. Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Colombia son paÃses que han aprovechado los excelentes precios internacionales para aumentar sus niveles de producción y competitividad
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ArtÃculo originalmente publicado en El Deber el 3 de enero de 2013.