Chile: Aprovechemos el optimismo del Bicentenario

Por:

Hernán Büchi

En:

País:

Chile

Fecha:

28 de septiembre de 2010

Mientras celebrábamos el 18, la economía mundial siguió su camino de crecimiento en medio de incertidumbres. A pesar de la volatilidad, nada augura un cambio en un escenario que es esencialmente favorable para Chile, como lo atestigua el precio del cobre.

Haber cumplido 200 años nos hace mirar nuestra trayectoria, y apreciar lo hecho y lo que nos falta.  En lo económico, aun con buenos momentos, nunca hemos dado el paso final al desarrollo. Incluso considerando los avances recientes, hace 100 años estuvimos más cerca de EE. UU. que hoy.

En 1959, superábamos a España y ésta nos dejó atrás igual que al resto del continente en la segunda mitad del siglo. En el intertanto, países asiáticos que estaban sumidos en la pobreza saltaron al desarrollo superando hoy a gran parte de Europa. Singapur creció por más de 40 años al 9 por ciento anual y Hong Kong hizo otro tanto. Corea del Sur, que era más pobre que Ghana, es hoy una potencia industrial.

En estos 200 años, y pese a la propaganda e ideología en contrario, ha quedado claro que el crecimiento económico es la única alternativa conocida para derrotar la pobreza y mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías. Luego de los fracasados experimentos totalitarios comunistas y de los éxitos de los que han salido del subdesarrollo, no es posible dudar de la existencia de una economía moderna y competitiva, que valora el emprendimiento y está basada principalmente en la libertad económica es indispensable para generar progreso social.  Es cierto que la realidad siempre trae sorpresas, como el pánico financiero de 2008 y el colapso económico que casi genera. Pero la posibilidad de mirar el largo plazo permite ver esos sobresaltos en perspectiva y no compararlos con utopías que, en realidad, fracasan rotundamente.

Con ese prisma, la economía de mercado no tiene competidor. En todos los frentes sale ganadora: en la derrota de la pobreza, ene l mejoramiento del medio ambiente y en la igualdad de oportunidades. Incluso en la distribución del ingreso es la mejor opción si miramos los datos con más profundidad y damos tiempo a que los procesos se consoliden. Se muestran cifras de un empeoramiento de la distribución en EE.UU. en los últimos 40 años como prueba de su debilidad en ese frente. Pero bastaría considerar el cambio de ingreso de los millones de inmigrantes que esa economía absorbió en el periodo para que dichos datos nos indicaran una mejoría y no un deterioro. Ello sin considerar que gracias a sus mercados abiertos cientos de millones de personas mejoraron también su ingreso en el mismo periodo. El milagro chino es un testimonio de ello.

En el último cuarto de siglo, Chile ha dado pasos importantes para consolidar una economía moderna y ello ha dado sus frutos. Si miramos el crecimiento per cápita de tendencia de Chile en su vida independiente, nuca ha sido mayor que en este periodo. A mediado de los 90, superó el 5 por ciento cuando en toda la historia previa a 1985 en todo momento apenas rozó el 3 por ciento. La diferencia puede no parecer tan grande, pero recordemos que el 1 por ciento más de crecimiento al año desde su independencia daría a México daría hoy el nivel de ingreso que EE. UU.

Vivimos en un momento crucial. En los últimos años la tendencia del progreso ha venido cayendo; de hecho, la productividad disminuyó durante el gobierno de Bachelet. Desafiando la propaganda en contra de la libertad económica, el pueblo chileno intuyó que en mantenerla y aumentarla residía su esperanza. Eligió como su presidente a un hombre que hizo una fortuna importante en nuestra naciente economía de mercado Sin duda, espera que refuerce el proceso de crecimiento y que éste se potencie!

Hasta la fecha, y probablemente condicionado por el sismo, no se ve una impronta que establezca un renovado dinamismo. Por el contrario las medidas impulsadas parecen dificultar un poco más el intervenir y el emplear. Transcurridos ya más de 6 mese de gobierno, debiera ser el momento para que ello cambie. El optimismo que traen las celebraciones bicentenarias y la llegada de la primavera nos hace esperar que así sea.

 

 

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(*)Ex Ministro de Hacienda de Chile

Presidente del consejo del Centro de Economía Internacional y consejero del Instituto Libertad y Desarrollo