Bolivia: Apoyos peligrosos

Por:

Marcelo Ostria Trigo

En:

El Deber

País:

Bolivia

Fecha:

27 de julio de 2017

El profesor mexicano Miguel Carbonell, en uno de sus artículos menciona las cualidades que debe tener un presidente democrático. Encabeza la lista la habilidad como comunicador público. Y afirma: “No sirve de nada que tenga buenas ideas si no es capaz de explicarlas y defenderlas en público. En una democracia, los políticos no deben solamente vencer, sino también convencer; y eso se hace hablando, dialogando, comunicando proyectos, iniciativas, propuestas, etc.” Claro está que el autor da por sobrentendido que un mandatario solo debe hablar lo necesario para anunciar y explicar políticas, aclarar dudas y fijar la posición de su gobierno en temas nacionales e internacionales, y que esto debe hacerlo con seriedad, mesura, sobriedad y respeto.

Esa sensatez en la comunicación nunca fue atributo de populistas autoritarios. Con frecuencia incurren en hipérboles, bravatas, descalificaciones e insultos, con la idea de que así se favorece una causa propia o la de un aliado. Confunden firmeza con agresividad –peligrosa en el campo internacional– que solo capta animosidades. El mandatario díscolo que lanza diatribas, a la larga se queda solo, aislado, y eso lo sufre su país.
Si es inadmisible la torpeza en las declaraciones insolentes y agresivas de un mandatario, resulta peor la alabanza a los actos de represión a disidentes en otro país, como sucede en Venezuela. Por supuesto que es indefendible el desconocimiento de la ley y la violencia represora. El régimen de Nicolás Maduro está violando la Constitución venezolana, avasallando las instituciones y atropellando los derechos humanos a través de sus organismos de seguridad desbocados, induciendo, además, a bandas armadas oficialistas a atacar a ciudadanos opositores.

Un presidente no debe exponer a nadie a enfrentamientos, ni ocasionar que su país se aísle por su apoyo a dictaduras ya terminales. La inutilidad de la diatriba y la deformación interesada de los hechos en defensa del populismo venezolano no permiten relaciones constructivas con otros países que, independientemente de la orientación de sus gobiernos, defienden la libertad. Los que pretenden justificar el apoyo al chavismo depredador se apoyan en el principio de no intervención en los asuntos internos de otro Estado. Pero se olvidan de que este no se aplica cuando se vulneran los derechos humanos y los principios de la democracia.

 

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Publicado originalmente en El Deber (Bolivia), el 26 de julio de 2017