No se imaginaba el diputado oficialista Héctor RodrÃguez la conmoción que iba causar su acción antidemocrática de solicitar al Tribunal Supremo de Justicia, el 22 de marzo 2017, se suprimiera la inmunidad parlamentaria de los diputados de la oposición y que asumiera el Ejecutivo Nacional funciones propias de la Asamblea Nacional.
El Tribunal Supremo sumiso y fiel a los mandatos del gobierno, no dudó el dar el visto bueno a dicha solicitud. La respuesta inmediata no solo fue institucional desde la propia Asamblea Nacional y de la fiscal general de la República, sino que fue popular. El 04 de abril en todos los estados del paÃs miles manifestaron contra las sentencias del TSJ, y ese dÃa se inició una rebelión popular pacÃfica que no ha podido ser detenida pese a la represión bárbara del gobierno.
Al descontento social y los reclamos democráticos, la dictadura respondió en su lógica militarista. Lanzó contra la población descontenta las fuerzas represivas apoyadas con sus grupos paramilitares. Las calles del paÃs se empezaron a teñir de sangre, sobre todo de jóvenes asesinados por la PolicÃa Nacional Bolivariana, alguna policÃa regional o la Guardia Nacional Bolivariana. También los grupos paramilitares en la labor encomendada han dejado una estela de heridos y  segado la vida de varios manifestantes. Asà con el asesinato el 06 de abril del joven de 19 años Jairo Ortiz en los Altos Mirandinos, en el estado Miranda, se inició una larga y lamentable lista de manifestantes asesinados que el gobierno se empeña en acrecentar.
Junto a los asesinatos y miles de heridos, la dictadura ha dejado cientos de detenidos a quienes pudiéramos calificar casi en totalidad de nuevos presos polÃticos. Al constatar el gobierno que la rebelión era incontenible activó el 18 de abril el denominado Plan Zamora. Le dio más protagonismo a la fuerza armada para reprimir e institucionalizó la participación de los grupos paramilitares en la represión. Pero agregó otro factor. La aplicación masiva de la justicia militar a civiles detenidos en el marco de las protestas.
Un gobierno que se dice heredero de la rebelión popular de 1989, conocida como el Caracazo, con dirigentes polÃticos que históricamente cuestionaron que civiles fuesen juzgados en tribunales militares, apelaron frente al descontento popular a la misma fórmula represiva que durante años criticaron. Usaron la fuerza armada y las policÃas para disparar contra manifestantes que reclaman derechos y llenaron las cárceles de presos polÃticos juzgados en tribunales civiles y militares. Dirigentes que reivindicaron durante años los cierres de calles y a esas acciones populares hoy las califican de terroristas. Asumieron el mismo discurso de quienes combatieron. El poder los transformó de irreverentes a represores.
Pero esa represión disfrazada con frases izquierdosas no ha podido contener la rebelión popular pacÃfica. Ni balas ni bombas ni detenciones arbitrarias ni cárcel. Esa rebelión tiene varias caracterÃsticas que es bueno resaltar algunas, de las cuales indicó a principios de abril la organización Provea.
Es una protesta social masiva que ha tenido como escenario geográfico y componente social la participación de sectores populares de antiguos bastiones del chavismo. Los pobres que votaron por Chávez, alzan su voz contra un gobierno que se disfraza de chavista. Se ha desarrollado a lo largo y ancho de la geografÃa nacional. Por más que el gobierno quiera minimizar, sabe que las calles han sido tomadas en caserÃos, medianos poblados y grandes ciudades. Ha contado con una dirección polÃtica que ha trazado las lÃneas generales de acción que la población de manera mayoritaria acata; tiene unas reivindicaciones definidas que combinan la lucha democrática con reclamos sociales; participan generaciones diversas, por eso marchan juntas abuelas, madres, hijas y nietas; ha sido esencialmente pacÃfica y ha quedado evidenciado una y otra vez que si el gobierno no reprime, no se producen los pequeños focos de violencia en respuesta. Una rebelión que ha sabido combinar diversas formas de protesta: manifestaciones, plantones, cierre de calles, consulta popular, paros, música, teatro, poesÃa. Son parte de ese descontento masivo intelectuales, cientÃficos, cantantes, músicos, los deportistas más reconocidos del paÃs, sacerdotes, modelos reconocidas, reinas de belleza. Todo un pueblo reclamando libertades democráticas y luchando por un paÃs que brinde a su pueblo más calidad de vida. Como cantó Alà Primera “aunque el rÃo sea muy manso poquito a poco se enfrenta al marâ€. El rÃo creció tanto que se enfila a sobrepasar a la dictadura.
@marinoalvarado
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Publicado originalmente en El Universal (Venezuela), 27 de julio de 2017